1. Visitar el Duomo. Es el monumento más característico y el centro vital de la ciudad. Es una de las más grandes y sorprendentes catedrales del mundo. El baptisterio y el tesoro necesitan una entrada independiente, aunque si hay poco tiempo no es imprescindible visitarlos. Lo que sí vale la pena es subir a su terraza desde la que contemplar las vistas. La entrada cuesta entre 8 y 12 euros según si es por la escalera o en ascensor.
2. Pasear por la Galleria Vittorio Emanuele II. La entrada principal está junto a la plaza del Duomo y es uno de los pasajes comerciales más bonitos del mundo. Están algunas de las tiendas más caras del mundo, pero uno puede conformarse con ver los escaparates. Muchos hacen el ritual supersticioso de dar tres vueltas sobre ti mismo, colocando el talón del pie derecho sobre los testículos del toro... No es tan fácil como parece.
3. Recorrer la Scala. Saliendo por el lado contrario de la Galleria se encuentra la Plaza de la Scala, una de las más animadas de Milán. Aquí está el Teatro alla Scala, un lugar que, aunque no es tan espectacular como la ópera de París o Viena, vale la pena visitarlo porque el interior es suntuoso. Aquí se han representado las grandes obras de los mejores artistas de la lírica. Hay visitas guiadas al Museo del Teatro y la sala principal por sólo 6€.
4. Contemplar “La última cena” de Leonardo. Aunque también la fachada es anodina, la iglesia Santa Maria delle Grazie alberga el célebre fresco de “La última cena”, de Leonardo da Vinci, situado en el refectorio del convento, que www.jetcost.es recomienda vivamente. Además del encuadre de las figuras en forma de diversos triángulos hay que fijarse en el efecto de falsa perspectiva que alarga la sala de forma ilusoria. Hay que reservar la visita con antelación.
5. Ver el Castello Sforzesco. Es una de las visitas gratuitas más atractivas de Milán, se trata de un antiguo castillo construido en el siglo XIV que está muy bien conservado y fue morada de los Duques de Milán. Dentro se encuentran también varios museos de arte (estos no son gratuitos) que convierten al Castello en la sede del patrimonio cultural, histórico y artístico de Milán.
6. Descansar en el Parque Sempione. La visita al castillo acaba en el Parque Sempione, un lugar donde poder tumbarse y relajarse, considerado por muchos el “pulmón verde” de Milán, el Parque Sempione está en un área muy céntrica de la ciudad y bordea a la mayoría de áreas más importantes de la ciudad. Además de la vegetación, hay que apreciar algunos monumentos, como el Arco de la Paz, la Triennale, la Arena, la Fuente del Baño Misterioso de Chirico y la Biblioteca del Parque Sempione.
7. Meditar en el Cementerio Monumental de Milán. Como ocurre con otros cementerios famosos como el Père-Lachaise de París o la Recoleta de Buenos Aires, el de Milán destaca por el gran número de tumbas de alto nivel artístico que posee. Más que un cementerio, se trata de un museo al aire libre que muestra impresionantes obras realizadas desde el siglo XIX hasta la actualidad. Junto a la entrada principal se puede conseguir un mapa en el que se indican las obras más relevantes.
8. Viajar en el tiempo en la Piazza Mercanti. Se trata de una pintoresca plaza situada a escasa distancia del Duomo. Aunque durante la Edad Media la plaza constituía el centro comercial y gubernamental de Milán, en la actualidad se trata de un agradable rincón medieval en el que se pueden contemplar curiosos edificios, como el Palazzo della Ragione, la Scuole Palatine y la Casa dei Panigarola.
9. Tomar un tren, o no, en Milano Centrale. Es una de las estaciones más grandes y monumentales de Europa. Inspirada en el modernismo de principios del siglo XX, la estación posee una mezcla de estilos entre los que destacan especialmente el Art Nouveau y el Art Decó. Frente a ella un clásico pop de los años 60 y otro icono de Milán: el rascacielos Pirelli que encumbró al arquitecto Pier Luigi por la genialidad del proyecto y la ligereza de su alzado.
10. Pasear por el barrio de los Navigli. Nada más apetecible que dar un paseo al atardecer por el barrio de los canales de Milán, los Navigli. Están siempre animados y hay muchas terrazas en las que tomar un café o una cerveza, también discotecas y pubs donde tomar una copa al caer la noche. En esta zona también hay numerosos bares donde tomar los famosos “aperitivi” italianos. Hay que visitar el Vicolo dei Lavandai, en un viaje en el tiempo a los años 50, cuando las mujeres de la zona iban a lavar la ropa. El último domingo del mes, además, la zona se anima todavía más con el Mercado de Anticuarios.
11. Contemplar el Palazzo Reale. Está muy céntrico, es de estilo neoclásico y arropa el Museo de Arte Contemporáneo con artistas tan destacados como Boccioni o De Chiricco, las esculturas de Antonio Canova y los trabajos de Francesco Hayez. La Galería de Arte Moderno es gratis todos los días a partir de las 16’30h y los martes a partir de las 14h.
12. “Leer” los clásicos del Palazzo dell’Ambrosiana. Los aficionados a la literatura y la historia disfrutarán en este palacio y su pinacoteca Ambrosiana, llena de librerías interminables que guardan copias de la Ilíada del siglo V y ediciones tempranas de Dante, Virgilio y Bocaccio. Pero además, entre sus joyas artísticas se encuentran dibujos de Leonardo Da Vinci y un esbozo de Rafael de su obra La Escuela de Atenas.
13. Disfrutar en la Expo Gate. Junto al Castello Sforzesco, los dos pabellones de la Expo Gate, gemelos y transparentes, que fueron abiertos en 2015 para la Expo, han sido rebautizados por los milaneses como “las dos pirámides”. Hoy acogen diversos eventos gratuitos abiertos a todo el mundo. Desde las conferencias más serias hasta talleres para niños, pasando por actividades deportivas.
14. Ir de compras al "Cuadrilátero de la Moda". Formado por cuatro calles: Via Montenapoleone, Via Sant’ Andrea, Via Monzani y Via della Spiga. Allí se encuentran las mejores boutiques de las más prestigiosas marcas del mundo: Gucci, Armani, Versace, Dolce & Gabana, Valentino, Prada... Solo por ver los escaparates merece la pena darse una vuelta. Tras recorrer las citadas calles y las perpendiculares hay que dirigirse al Corso Vittorio Emanuele II, otra zona comercial donde las tiendas no tienen precios prohibitivos.
15. Tomar un aperitivo italiano en las Columnas de San Lorenzo. Las columnas de San Lorenzo son de las pocas ruinas romanas que quedan en Milán. En los alrededores de esta plaza hay un montón de locales donde tomar los famosos “aperitivi” a la caída de la tarde, una tradición muy recomendada, donde pagando solo la bebida puedes comer todos los pinchitos variados que ponen en el bar al estilo buffet libre: pasta, pizza, ensaladas, arroces, embutido, dulces... y se puede repetir todo lo que quieras, ¡hasta que se acabe!
16. Regatear en la Feria de Senigallia. Es un mercado vintage y alternativo que se celebra todos los sábados y domingos por la mañana a lo largo del pequeño lago de Darsena. Es el más antigua de la ciudad. Se puede encontrar ropa, artículos militares, joyería, camisetas viejas, tejidos de otras culturas, cds de música, comics, y mucho más. Para buscar antigüedades mejor es de Naviglio Grande, en el área comprendida entre los canales Naviglio Grande y Naviglio Pavese.
17:.Probar la “Cotoletta alla milanese”. Más conocido como escalope a la milanesa, se trata de la típica carne o chuleta de ternera empanada y frita, uno de los platos baratos más populares de la ciudad. La primera referencia documentada de este filete en Milán data del año 1134. La eterna pregunta acerca de si el origen de este plato es milanés o vienés aún sigue abierta...
18. Tomar una copa en la mejor terraza. Hay dudas sobre si la mejor terraza para tomar una copa o cenar es la del Triennale, sobre el museo de diseño donde disfrutar de sus aperitivos y elaborados platos de cocina tradicional italiana del restaurante “Osteria con vista” o la Terrazza Aperol, en un segundo piso sobre la Galleria Vittorio Emanuele, en la misma Piazza Duomo, con música pop de fondo y fiestas con Dj, donde probar los famosos aperitivos y cocktails de Aperol Spritz, tradicional bebida italiana similar al Campari, pero algo más suave. La fórmula o estilo varían según las especialidades del barman o del local.
19. Hacer una cata por los viñedos italianos sin salir de Milán. Una ruta original de catas de vino puede hacerse en el popular barrio de Navigli. Se puede hacer a pie y recorrer la zona de los canales y las principales tiendas y enotecas de la zona. En la enoteca Viola se puede degustar queso, carne, pan y su vino más artesanal, además de hacer un recorrido acompañados por el personal de la enoteca, que explicará cómo se seleccionan los productos locales de manera totalmente artesanal.
20. Descubrir la arquitectura más vanguardista. No puede abandonarse Milán sin echar un vistazo a algunas de sus obras más vanguardista. Modernos edificios se alzan junto a antiguos palacios de los siglos XIX y XX, iglesias y antiguos monumentos muestran cómo en Milán pueden convivir una variedad de estilos arquitectónicos muy distintos entre sí, ejemplos de la riqueza urbana de esta ciudad culta y vivaz, caracterizada por una intensa vida social y cultural.