Hay que contemplar la ciudad desde las alturas para soñar que se está sobrevolando el río Águeda que acaricia unas tierras fértiles y sigue mansamente su camino hasta descansar en las maternales aguas del río Duero. La vista es magnífica desde El Alcázar, hoy día convertido en Parador Nacional. Hay que pasear sus calles para soñar que nos estamos deslizando sobre empedradas callejuelas que muestran puertas blasonadas, revellines y estrechos ventanucos enrejados y desembocan en el magnífico gigante que es su Catedral, bella por fuera (con su superposición de estilos románico, gótico y renacentista) y por dentro (su magnífico coro de los siglos XV y XVI, el claustro, los historiados capiteles…). Siguiendo el camino nos topamos con otros templos como La Iglesia de San Agustín, la Iglesia románica de San Pedro- San Isidoro, o el Convento Franciscano de extramuros……La Plaza Mayor es el corazón latente de la ciudad; Los Palacios y Casas Señoriales de frisos platerescos y ventanales esquinados nos retrotraen a épocas de esplendor.
Esta es la amurallada y heroica Ciudad Rodrigo que supo resistir los envites de una historia llena de avatares: los asentamientos vetones, la Miróbriga de la época romana, la oscilante Edad Media con sus luchas intestinas, los litigios fronterizos con Portugal (que provocaron la consolidación de los fuertes defensivos a ambos lados de la frontera), la guerra de la Independencia…..
Hoy día los visitantes que llegan a esta urbe se muestran plenos de emociones y quedan tan satisfechos de los tesoros artísticos, geológicos, folklóricos, gastronómicos etc., que piensan que han alcanzado ya su “Shangri La”.
Pero hay un “Más Allá” tras Ciudad Rodrigo. La belleza paisajística y las sorpresas monumentales, gastronómicas e históricas se perpetúan carretera adelante. A cualquiera de los cuatro puntos cardinales donde se dirijan los pasos se encuentran sorpresas turísticas que acrecientan el interés por estas tierras ignotas para la mayoría de los extranjeros y de los propios españoles.
Hay que adentrarse en los pequeños pueblos y visitar la estación arqueológica de Siega Verde, a unos 10 kilómetros al noroeste de la ciudad y que ha sido declarada por la Unesco Patrimonio Mundial en el año 2010. Está situada en el tramo final del valle del río Águeda, en un paraje espectacular. Hay más de 600 grabados esculpidos en 100 rocas al aire libre, de la etapa paleolítica, donde los artistas de la época quisieron dejar para la posteridad huellas de su presencia representando los animales de su entorno, principalmente bóvidos y caballos.
La ruta del sur, o Comarca del Rebollar, nos conduce a lugares de un encanto especial, como Navasfrías, municipio fronterizo de vegetación exuberante merced a la alta pluviometría que se da en estos lugares y que propicia asimismo uno de los exquisitos placeres de la gastronomía local: la inmensa variedad de setas que se dan en la zona. El Museo Etnográfico muestra una variada colección de utensilios de labranza. En el pueblo de Peñaparda existe el Museo del Lino, que muestra el proceso artesanal del origen, transformación y elaboración de este precioso tejido hasta su paciente confección en vistosos y coloristas trajes típicos. Los lugareños muestran además con orgullo nativo su folclore y tradiciones, negándose a que desparezcan engullidos por la confección textil masiva.
Al viajero que, deseoso de adentrarse en el foco de las costumbres locales, quiere contemplar cómo se fabrican sus famosos tambores, se le muestra el delicado y laborioso proceso que supone el secado de la piel de cabra hasta convertirse en un sonido perfecto. Son los famosos panderos cuadraus, instrumento tocado solo por mujeres. Todos los años el ayuntamiento celebra la Fiesta del Pandero, en la que sones y bailes se repiten en todas las esquinas haciendo participar alegremente a quienes allí llegan guiados por tan atractivos reclamos. La fiesta se complementa con sabrosas viandas en las que no puede faltar el famoso farinato tan común en toda la Comarca.
En la cercana área recreativa de Las Majahillas se encuentra el Parque Ecológico del Rebollar, donde se puede estudiar con detenimiento la flora y fauna autóctonas.
De Peñaparda sale una red de senderos locales bien señalizados para que los amantes de la naturaleza puedan deleitarse en sus paseos, llegando hasta enclaves tan emblemáticos como la Cantera Molar, donde se fabricaban piedras de molino y otras piezas de granito.
Otras poblaciones de la ruta del Rebollar son: Villarrubias (en cuya área recreativa las aguas son tan puras que ese tramo del río tiene categoría de coto truchero), Robleda (que en su afán de seguir con sus tradiciones mantiene en pie restos de arquitectura popular, como los postigus o portones carreteros, que eran a la vez entrada a la vivienda y al corral), Vegas de Domingo Rey (que conserva elementos de arquitectura tradicional propia). Desde allí se puede acceder al Pico de la Canchera, magnífica atalaya desde la que se contemplan vistas espectaculares sobre la comarca.
Esta ruta del sur es uno de los encantos a descubrir saliendo desde Ciudad Rodrigo. Pero hay más rutas y nuevos encantos: La Ruta de las Fortificaciones de la Frontera nos descubre paisajes insólitos y nos habla de una época de la historia inestable y conflictiva; la Ruta de Castros y Verracos (el campo charro) nos muestra la historia de vetones y romanos; la Ruta del Parque Natural de las Batuecas y Sierra de Francia es el puente hacia un mundo repleto de sorpresas naturales que forman la Reserva Natural de Caza de Las Batuecas. La Ruta de los Campos de Argañán y Azaba comprende inmensas extensiones de encinas, alcornoque y rebollos, que se alternan con cultivos de secano y zonas de matorral. Son espacios de protección para las aves que estaban en peligro de extinción; La Ruta de los Arribes del Duero nos muestra más de 200 kilómetros de cañones profundos que encajonan el lecho por donde discurre el río y es uno de los espacios naturales más importantes de Europa, con paisajes estremecedores de belleza única y flora y fauna especialmente protegidas.
Allí donde termina la belleza de Ciudad Rodrigo comienza otro mundo de aventura cultural y turística que es necesario conocer para gozar de los múltiples atractivos que ofrece la zona en forma variada, pintoresca y singular.
Si la Estrella de Oriente guió a los Reyes Magos hasta el Portal de Belén, la estrella de los cuatro puntos cardinales de Ciudad Rodrigo nos dirige hacia rutas llenas de sorpresa. Pueblos de gentes sencillas con claros amaneceres y cielos estrellados en la noche; pueblos con historia, antropología, etnología, folclore, gastronomía, paisaje y todo lo que un viajero ávido de emociones puede desear.
Viajad “Más Allá” de Ciudad Rodrigo. Allí encontrareis el tesoro escondido de una parte de la España insólita que hay que conocer, explorar y explotar.