Aunque el país es pequeño, con una superficie veinte veces menor que España (25.713 km2), poco más que la Comunidad Valenciana, sin salida al mar y en el centro de los Balcanes, tiene un pasado fascinante, con herencia griega, romana y otomana y alma balcánica, pero también mediterránea, gitana y eslava, y un futuro turístico muy prometedor. Los mayores atractivos naturales son las montañas, tres parques nacionales y 33 reservas naturales. El principal centro turístico es Ohrid, único bien cultural macedonio entre los Patrimonios de la Humanidad de la Unesco y famoso por su lago, el monasterio de San Pantaleón de Ocrida y la Fortaleza de Samuel. Y algo que se suele desconocer, en su capital, Skopje, nació una mujer llamada Agnes Gonxha Bojaxhiu que se hizo célebre como Madre Teresa de Calcuta, premio Nobel de Paz y santa gracias al papa Francisco desde 2016, veinte años después de su muerte. Toda la ciudad está llena de placas con frases de la santa y, aunque su casa natal fue sustituida por un enorme centro comercial, existe la Casa de la Madre Teresa sobre la antigua iglesia en la que fue bautizada. Dentro, se muestran objetos personales de la monja católica, como su sari, un libro de oraciones escritas a mano y varios premios recibidos a lo largo de su vida.
Recorriendo la capital
La puerta de entrada al país es su capital, Skopje, que, sorprendentemente, tiene muy buenas comunicaciones aéreas con distintas ciudades europeas, incluyendo vuelos directos de Wizz Air desde Barcelona. Hoy, Skopje, que es el principal centro político, económico, educativo y cultural de Macedonia, puede ser la capital más entretenida de los Balcanes, gracias a una combinación de monumentos, museos y fuentes y sus gentes abiertas y simpáticas. El resultado es un rompecabezas en el que la historia antigua y la moderna se fusionan. La ciudad resume como pocos lugares la esencia de los Balcanes, como si se hubiese construido en un puente entre dos mundos, Occidente y Oriente, Europa y Asia. Esa mezcla hace de la capital de Macedonia del Norte una experiencia en cada paso que se da por sus calles. Hacer turismo por ella se antoja imprescindible para conocer a fondo Macedonia, especialmente a través del contacto con sus gentes. No olvidemos que aquí vive casi la mitad de los dos millones que forman la población total del país.
En el recorrido por la ciudad salen al paso enormes estatuas de guerreros, grandes edificios neoclásicos, museos revestidos de mármol, fuentes monumentales... y muchos leones. Vale la pena pasear por el hermoso muelle del río Vardar y disfrutar del Puente de Piedra otomano que lo atraviesa que también aparece en la bandera de la capital, fue construido en el siglo XV y une el caso antiguo con la parte más moderna, subir a la fortaleza Tvrdina Kale de 1500 años de antigüedad, de origen bizantino y después otomana, que domina el horizonte de Skopie. Ya que estamos de subidas, vale la pena llegar en teleférico a lo alto del monte Vodno, donde la vista de Skopje y de los altos picos de las montañas de Macedonia hacen que el viaje haya merecido la pena. Pero hay que dejar tiempo para recorrer las calles estrechas en el Antiguo Bazar, la Carsija, que es el bazar más grande conservado en los Balcanes hoy en día, y el mayor centro de animación de la ciudad con sus retorcidas calles, sus teterías, mezquitas y tiendas de artesanía, y también donde se encuentran los mejores vestigios históricos y algunos museos. La mayoría de los edificios que alguna vez fueron utilizados para albergar a los viajeros o como hamams, se han trasformado en museos y galerías, que hoy se utilizan para albergar exposiciones de arte, conciertos y otros eventos culturales. Los han, los antiguos caravasares que servían de posada en las travesías comerciales hacia Oriente se han reconvertido para dar cabida a alojamientos o tiendas.
Aunque los antiguos baños turcos, que fueron los más grandes fuera de Estambul, ya no existen como tales, su espacio, presidido por las dos grandes cúpulas gemelas y otra decena de cúpulas menores, sirve de escenario impresionante para la colección permanente de la Galería Nacional que expone arte moderno y esculturas del país, que parecen cobrar vida con los rayos de sol que atraviesan los pequeños agujeros en forma de estrella en los techos abovedados que antes iluminaban la zona de baños. También resulta llamativo el Museo Arqueológico de Macedonia, una enorme mole de mármol de estilo italiano donde se muestran los tesoros bizantinos, las sofisticadas reconstrucciones en tres dimensiones a partir de cráneos de los primeros rostros macedonios, la réplica en miniatura de una basílica cristiana primitiva y una necrópolis real fenicia.
Si el viaje a Skopje coincide en sábado una buena recomendación es acercarse a Shuto Orizari, en las afueras de la capital, el asentamiento gitano más grande del mundo, y cuyo mercado es una inmersión fabulosa en la cultura local.
A las afueras de Skopje está el cañón Matka, cuya cercanía con la ciudad lo convierte en la escapada habitual para la gente de Skopje y para muchos turistas. Fue el lugar elegido por los primeros cristianos, ascetas y revolucionarios para retirarse a las colinas huyendo del avance otomano. Matka significa “matriz” en macedonio, y este lugar siempre ha estado vinculado con el culto a la Virgen María. Durante mucho tiempo, estas montañas han custodiado iglesias, capillas y monasterios, que están ahora en su mayoría en ruinas ya que la población de la zona es sobre todo musulmano-albanesa. El lugar más especial del cañón es el monasterio de Sveta Bogorodica, con las montañas de fondo. Está todavía habitado por monjas, que conservan una bonita capilla del siglo XIV. El desfiladero donde se construyó la presa acumula la gran superficie de agua que se puede recorrer en un barco hasta la cueva Vrelo, una de las más bellas de Macedonia.
Un escenario único
La visita a Ohrid, que hace frontera con Albania, justifica con creces el viaje a Macedonia del Norte. En su día fue un centro de difusión cultural y religioso para el mundo eslavo que comenzó su ascenso en el siglo VII. Aquí se edificó la primera universidad eslava de los Balcanes y se construyó el monasterio más antiguo del mundo eslavo, el de san Pantaleón. Ohrid es también una oda a la naturaleza, el lugar más bello de toda Macedonia, y uno de los escenarios más espectaculares de Europa, con su lago que parece el mar que no existe en el país, de hasta 30 kilómetros de largo y 300 metros de profundidad, sus aguas asombrosamente limpias y transparentes, junto con la serena quietud de su entorno montañoso, han cautivado a los visitantes desde tiempos prehistóricos. En sus profundidades habita un pequeño pez llamado “plasica”, cuyas escamas se utilizan para hacer la conocida perla de Ohrid. Esta joya preciada se produce con un método secreto que se transmitió de generación en generación. El lago, la ciudad del mismo nombre y sus alrededores son Patrimonio de la Humanidad desde 1979.
El casco histórico de Ohrid, con sus estrechas callejas bordeadas de restaurantes y cafés, su paseo junto al lago y su playa de guijarros, ofrecen algunas joyas y muestran la espectacularidad del arte bizantino en iglesias como Santa Sofía, también el majestuoso teatro romano, la belleza de la iglesia de la Madre de Dios “Perivlepta”, que resultan estimulantes para subir hasta la iglesia de Sveti Jovan del siglo XIII, probablemente el edificio más fotografiado del país y, sin duda un buen lugar de inspiración para los monjes medievales que buscaban paz e inspiración espiritual. La pequeña iglesia luce frescos originales tras el altar, dedicados a San Clemente y San Erasmo, Constantine Kavasilas o la comunión de los apóstoles. También en lo alto se encuentra la fortaleza de Samouil que domina la ciudad.
Una visita curiosa en el lago es el Museo del Agua, un complejo arqueológico excepcional, único en la región. En la costa sur de la península de Gradiste en la Bahía de los Huesos, se ha levantado un asentamiento de palafitos, una reconstrucción auténtica de una parte del asentamiento de palafitos, que data del 1200 a.C.
La animación que se encuentra en torno al lago durante los meses de verano, contrasta con la soledad y paz del invierno, solo alterada el 19 de enero, durante la celebración de Vodiçi, la fiesta ortodoxa que conmemora el bautismo de Jesucristo en el río Jordán. Ese día, que disfrutan especialmente los locales, se lanza al lago una cruz que centenares de personas intentan encontrar, pese al frío de las aguas. El que lo consiga, según la tradición, gozará de un año de buena fortuna. Otra fiesta local es unos días antes, el 13 de enero, en Vevçani, a 30 kilómetros de Ohrid, donde se celebra el carnaval de Vevçani que da la bienvenida al año nuevo del calendario juliano desde hace más de 1.000 años.
Paseando entre serpientes
Desde Ohrid, vale la pena hacer una escapada al Parque Nacional de Galiçitsa entre los lagos de Ohrid y Prespa, compartidos en parte por Macedonia del Norte, Albania y Grecia, lo que permite a los viajeros vistas panorámicas continuas, extremadamente largas y bellas. Además de la extraordinaria belleza natural y los valores estéticos, Galiçitsa también es un entorno único con una flora natural bien conservada en varios ecosistemas, que abarca más de 800 especies. También posee una fauna abundante y diversa con 170 especies. El pelícano blanco, el cuervo negro, la garza y ??la gaviota se congregan cerca del lago tan abundante en peces que incluyen variedades como trucha, carpa, carpa de aleta roja, chub, barbell y otros. Tal vez los menos recomendables para la visita son los 18 tipos de reptiles, especialmente abundantes en una isla denominada Golem-Grad, y también "Isla de las serpientes", antiguo lugar de veraneo del rey, ahora repleta de ruinas cubiertas de vegetación y aún no descubierta por el turismo y a la que solo se puede acceder alquilando un bote. Visita curiosa, pero con riesgo.
Mucho más tranquila es la visita a Bitola, conocida como “ciudad de los cónsules” ya que muchos países europeos tienen consulados allí y también como Monastir o Manast?r, centro administrativo, cultural, industrial, comercial y educativo. Es la segunda ciudad más grande del país y destaca por sus edificios de estilo neoclásico de la calle Sirok Sokak una larga calle peatonal que atraviesa el corazón de la ciudad, y por la decena de consulados aún presentes en la ciudad que dan cuenta de la importancia diplomática que Bitola tuvo durante el Imperio otomano y todavía conserva. En el extremo norte de la calle se accede a la plaza Magnolia, donde está la Torre del Reloj, la escultura ecuestre de Filipo II de Macedonia, la Iglesia St. Dimitrija, y la mezquita Yeni. Los que prefieran las compras pueden ir hasta el bazaar de Bitola, originalmente construido en el siglo XV, o al bezistan, que es el bazar cubierto y ofrece centenares de productos para todos los gustos.
Disfrutar su gastronomía
Entre tantas visitas, hay que buscar un tiempo de descanso y de disfrutar con la variada gastronomía del país, muy influenciada por las especialidades turcas y griegas, aunque también contiene rasgos típicos de los Balcanes. Uno de los platos indispensables y buen comienzo de la comida es el burek, que es una empanada con queso y carne picada o vegetales y también la shopska, una ensalada con queso fresco y tomate. Entre los platos más típicos están el tav?e grav?e que se disfruta en familia los viernes, con judías blancas y carne de cordero, el selsko meso que, como se dice popularmente, requiere siete horas para prepararlo y siete minutos para consumirlo. Lleva muslo de cerdo, cebolla, champiñones, pimiento rojo, sal y pimienta y se rocía con queso rallado antes de servir.
Como en toda la zona de los Balcanes, la bebida favorita es el rakia, un fuerte licor parecido al brandy que se obtiene a partir de ciruelas. Muchas familias lo preparan directamente en su casa, y acostumbran a tomarlo antes o después de las comidas. La cerveza skopsko y el vino Tikvesh son dos de las bebidas más valoradas. Las bodegas de Tikvesh se pueden visitar, en una ruta que nos lleva hasta fantásticas zonas de viñedos y montañas.
Cómo ir
Según el potente buscador de vuelos jetcost.es la compañía Wizz Air tiene vuelos directos desde Barcelona a Skopje dos veces por semana a partir de finales de abril con precios desde 24,99 euros por trayecto. También hay varios turoperadores que programan recorridos por el país y combinaciones con otros de los Balcanes, como Tuareg Viatges
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