No en vano numerosas personalidades del mundo musical, pictórico, arquitectónico, político, deportivo, periodístico están estrechamente ligados a la historia y al nacimiento del mito de Bellagio desde la Antigüedad hasta hoy. Escritores como Alessandro Manzoni, autor de la obra “I promessi sposi”, cuyo primer capítulo está dedicado al Lago de Como, ambientó en estas tierras la obra entera o Stendhal, quien escribió en 1812 “Nada en el universo se puede comparar con el encanto de estos días resplandecientes de verano pasados en este lago”.
En Bellagio, un placer para la vista, arte e historia se funden para mostrar la grandeza de sus villas de estilo neoclásico, jardines cuidados hasta el más mínimo detalle que asoman imponentes a la orilla del lago.
Villa Serbelloni, la más antigua de Bellagio, situada en ese enclave privilegiado del Lago de Como desde el que se divisan las tres ramas del Lario, nombre en latín del Lago de Como. En 1845 Gustave Flaubert la mencionó en su diario de viaje: “… un espectáculo hecho para el placer de la vista. Aquí se querría vivir y aquí morir”.
La imponente Villa Melzi, construida por el Duque Fancesco Melzi d’Eril entre 1808 y 1810 con su atractivo jardín diseñado por el arquitecto Luigi Canonica y el botánico Luigi Villoresi, fue premiado en julio del 2016 con el título de “Jardín más bello de Italia”. Una villa testigo de ilustres visitantes. Franz Liszt, compositor austro-húngaro describió así Bellagio: “No conozco lugar más manifiestamente bendecido por el cielo; nunca he visto otro en el que los encantos de una vida de amor puedan aparecer más naturales”.
Villa Giulia, Villa Trotti y Villa Trivulzio, son ejemplos de una arquitectura en perfecta sintonía con el paisaje.
Mención aparte merece el Grand Hotel Villa Serbelloni, construido en 1854 e inaugurado bajo el nombre de Villa Frizzoni, edificada como residencia veraniega de la familia Frizzoni, al final del promontorio de Bellagio, con fantásticas vistas al Lago de Como y a los Alpes. Tras la primera Guerra Mundial, en 1918, el suizo Arturo Bucher adquirió el edificio dándole nombre a lo que hoy se conoce como Grand Hotel Villa Serbelloni, un hotel imponente, decorado con colecciones de arte del Siglo XIX, cinco estrellas de auténtico lujo, de estancias adaptadas a las comodidades del siglo XXI. En este acogedor hotel prima por encima de todo la calidez del servicio al visitante.
La Basílica de San Giaocomo de estilo románico y la Iglesia de San Giorgio que remonta al siglo XII forman parte del Patrimonio sacro de Bellagio. El Museo de los instrumentos para la navegación que exhibe más de doscientos objetos que permitieron al hombre orientarse en el mar y navegar hacia nuevos mundos nos adentra en la historia de la navegación.
La promoción y el conocimiento del arte sigue siendo prioridad en Bellagio, fomentados por sus Galerías de Exposiciones que ofrecen la posibilidad de descubrir nuestra alma artística a través de experiencias intensivas. En Art Gallery & Bottega d’Arte se ofrecen clases participativas sobre la tradición de la elaboración los materiales del arte pictórico y la práctica de sus diferentes técnicas.
Bellagio es música, una delicia para los oídos. El programa del “Festival di Bellgio e Lago di Como”, celebrado en 2017 por séptimo año consecutivo, celebró su inauguración en junio en el Gran Hotel Villa Serbelloni, para deleite de melómanos.
Productos de la tierra y agua, trucha, perca, sábalo, “funghi porcini”, tartufo, quesos, embutidos, arroces, platos bañados con un excelente aceite de oliva son una fiesta para el olfato y el paladar. Agua y montaña se funden para ofrecer lo mejor de la gastronomía lombarda, disfrutada en restaurantes como el Salice Blue, a pocos minutos en coche de Bellagio, el Restaurante Terraza Belvedere perteneciente al Hotel Belvedere, con impresionantes vistas al Lago, en la vecina Lecco en el Agroturismo Il Ronco en plena naturaleza o en la calle de las subidas, el Ristorante Bilacus, “dos lagos”, antiguo nombre de Bellagio.
Bellagio, históricamente escenario inspirador de artistas, mantiene la magia que sigue atrayendo a sus turistas que, espectadores de su belleza y sentados frente al Lago que de azul aterciopelado se torna en sedoso manto oscuro que se deja acariciar al atardecer, absortos en sus pensamientos les invita a soñar.