Las ideales condiciones de nuestro archipiélago, en la lista de zonas del mundo que más turistas recibe por habitante, lo convierte en un gran parque lúdico, cultural y multitemático al que llegan ciudadanos de todo el planeta, pero que deberían llegar algunos más, sobre todo a través de la mar (en barco). Las excepcionales condiciones climáticas, nuestra situación tricontinental, los permanentes vientos alisios y la relativa proximidad entre las siete islas y sus islotes, hacen que sea un enclave ideal para la práctica de la navegación y en definitiva del “turismo náutico”. Debemos considerar que este gran nicho de mercado tiene sin duda una especial relevancia y estamos obligados a no desecharlo. Atendiendo a un estudio de la consultora Turiscom, nos encontramos ante un tipo de turista de elevado poder adquisitivo que pasa por delante de nuestras costas en su paseo Atlántico en busca de puertos deportivos para su atraque. Cada año transitan más de 11.000 embarcaciones de recreo por estas latitudes, de las que un alto porcentaje conocería nuestras islas, si tuviéramos los puertos necesarios con unos servicios adecuados para atender a esta creciente demanda.
Para definir este segmento, es importante tener en cuenta que la actividad turística no es aislada y específica, sino que es la suma de varias ramas de actividad, de administraciones públicas, infraestructuras y servicios complementarios específicos y generales. En este sentido, el turismo náutico se tiene que ver desde la percepción de estar frente a un producto turístico, relacionado con prácticas de ocio y de recreo en contacto con la mar, en la cual se pueden llevar a cabo diferentes actividades dentro de este entorno, siendo respetuosos con el mismo. Además de ser un componente de gran importancia dentro de la oferta complementaria de un destino, es sin duda un género con entidad propia. Son vacaciones dinámicas en contacto con el agua que permiten realizar todo tipo de actividades náuticas en el tiempo de ocio: vela, motor, windsurf, submarinismo, esquí, motociclismo acuático, snorkling, surf, pesca, entre otras… compartiéndolas con el disfrute de la naturaleza y la oferta complementaria de la zona.
La relevancia de dinamizar el turismo náutico es evidente. Por un lado es un apoyo para mejorar los espacios turísticos ya consolidados; por otra parte es una forma de revitalizar los recursos de las localidades costeras donde las atracciones han comenzado a perder su encanto, o incluso donde no existía ninguna porción de seducción para la captación del turista. Puesto que el litoral puede ofrecer muchas posibilidades además del sol y playa, una de ellas es el mar, donde se consiguen realizar numerosas acciones deportivas y de recreo. Asimismo, este tipo de segmento ha mostrado un crecimiento en los últimos años en nuestro país, ya que el ciudadano de hoy se ha vuelto más exigente y no sólo se conforma con los destinos de sol y playa, sino que cada vez demandan más y diferentes servicios. Bajo este orden de ideas, el turismo náutico esta cobrando gran importancia. Como demuestran los estudios, no es sólo un simple producto turístico, sino que además puede ser el medio por el cual esta región puede cimentar, aun más su principal industria.
En este territorio poseemos cinco segmentos que son el conjunto de consumidores reales o potenciales, de bienes y servicios de esta tipología: los propietarios de embarcaciones con base en puerto canario, los usuarios de puertos en tránsito, los turistas practicantes habituales de actividades náuticas, los turistas en municipios cercanos al puerto y los residentes de la zona. Los principales productos en canarias en estos momentos son: el chárter náutico, la pesca deportiva, las estaciones náuticas y el submarinismo.
Es obvio que no existe un posicionamiento claro y diferenciado, con una oferta estructurada de bases náuticas, con un mercado variado y complementado con deportes relacionados y múltiples actividades de ocio. Sabiendo que tenemos unas condiciones naturales óptimas para estas prácticas con climatología favorable durante todo el año. Siendo una buena alternativa al Mediterráneo en invierno y competencia en verano. Para ello hay que rediseñar líneas de actuación claras para promover y desarrollar este gran trozo de la tarta que aún se está por digerir en Canarias. Mejorando las instalaciones existentes con el fin de aumentar la competitividad, construyendo nuevos puertos deportivos en las zonas adecuadas y en las “que hay que ayudar a desarrollar e impulsar” (generando un mapa coherente y sostenible), engrandeciendo nuestros productos diferenciadores. Hay que diseñar acciones comerciales específicas, con el fin de comunicar una imagen clara y diferenciadora entre el público objetivo, aumentando un mejor conocimiento de la oferta para captar nuevos clientes. Sensibilizando tanto al sector público como al privado sobre el potencial de este mercado, perfilando programas de formación que garanticen la profesionalidad y los conocimientos especializados de los recursos humanos.
En Canarias el turismo marítimo está por “detonar”, vivimos un gran momento para ello y para desarrollarlo a medio plazo debemos comenzar hoy mismo a trabajar seriamente.