Pero me voy a centrar en España que es una de la principales víctimas. Nuestras empresas cuando decidieron internacionalizarse tras la inestabilidad política, económica y jurídica de América Latina buscaron y optaron por destinos consolidados como el Reino Unido a través de la compra de compañías. Allí, tocaron casi todos los palos: desde el sector financiero a las operadoras de telefonía, pasando por la gestión de aeropuertos, el suministro eléctrico, la realización de obras públicas o el transporte aéreo sin olvidar el comercio textil. Tres de las 20 compañías europeas cuyas ventas dependen mayoritariamente de Reino Unido son españolas (Ferrovial, Telefónica y Banco Santander). España es el tercer país de la UE con más inversiones directas en Reino Unido (60.000 millones).
A la vez, los británicos adoran España; es su destino favorito vacacional y residencial. Cada año unos 15,5 millones de ingleses pasan sus vacaciones, dejándonos con esta partida unos 14.000 millones de euros. Esta es, la mayor cifra, con diferencia, de todos los países del mundo. Además, hay 300.000 ciudadanos británicos con residencia permanente en España y otro medio millón que vive durante una parte del año. Todos ellos notarán la depreciación de la libra, lo que les forzará a reducir su gasto o a volver al Reino Unido. Hasta ahora, han sido los que más viviendas compran en las costas peninsulares y en los dos archipiélagos, con el 22,35% de las adquisiciones. La favorable evolución de su moneda con respecto al euro ha sido uno de los factores que más ha contribuido a este crecimiento. Y gracias a ello, el mercado de la vivienda vacacional, sumamente dependiente del comprador foráneo, ha conseguido superar la crisis.
También habrá que renegociar el acceso al país y a los servicios sociales, desincentivando tanto su estancia en España y como la compra de vivienda en el territorio.
España exporta 18.231 millones de euros al año al Reino Unido, por sólo 12.584 millones en importaciones. Asimismo, el país tiene un superávit del 1,1% del PIB en su balanza comercial y de servicios (que incluyen el turismo). Estas transacciones suponen un beneficio neto para España superior a 11.000 millones de euros al año. Sin embargo, esta cifra peligra. Entre los grandes perjudicados españoles se encontrarían la industria automovilística, la de aviación, la alimentaria y la farmacéutica.
Y mientras tanto en la capital económica de Europa ha estallado la guerra política y económica, su Primer Ministro ha dimitido en diferido. Su partido esta fracturado en busca de un sustituto que ha dicho que hasta el año que viene no se va a comunicar a Europa la desconexión. Los laboristas no lo están pasando mejor y, mientras tanto, los escoceses piden irse de la Gran Bretaña. En definitiva, grandes tormentas, y, el dinero comienza a refugiarse en otros lares más seguros.
En mi país ya se tendría que estar negociando algún tipo de tratado bilateral, ya que nos jugamos mucho con estas bravuconadas.