CADA vez que viajo a Rumanía compruebo que ese bellísimo país ha dado un paso más en la industria del turismo, sobre todo desde que una ministra muy activa, y muy bella también, Elena Udrea, ha sabido valorar la alta capacidad de los funcionarios que, tradicionalmente, se han venido ocupando, desde la Administración Pública, de esa parcela. Entre ellos destaca Carmen Moraru, inteligente e infatigable al servicio de su país, que ostentó la representación de la Ministra en el acto de apertura del 53º Congreso Internacional de la Federación Mundial de Periodistas y Escritores de Turismo (FIJET), celebrado en el Palacio del Parlamento de Bucarest, el megalománico monumento mandado construir por Ceaucescu. En los últimos años, mi paso por Sibiu y las comarcas y pueblos cercanos me puso en contacto con el turismo rural rumano y comprobé su avance, con una oferta muy amplia, y a buen precio, de pequeñas residencias - pension es - y algunos hoteles, todos ellos de arquitectura típica de cada región -aunque siempre predomina la madera- y en un entorno verde, florido, alegre y encantador. Ahora, con motivo del Congreso de FIJET, que siempre tiene una parte itinerante para conocimiento del país y poder escribir sobre el mismo, he vuelto a Moldavia, donde también me ha llamado la atención la proliferación y la alta categoría de los alojamientos. Me complace destacar la comunión de esfuerzos realizada, como en los municipios los de Suceva, Bacau y Iasi, unidos para aprovechar el Fondo Social Europeo, que, desde el año 2007 vienen desarrollando un proyecto, con plazo hasta el 2013 y en el que se incluyen 4 hoteles, 16 pensiones y 2 agencias de viaje, con el fin de aprovechar el importante patrimonio que esos municipios atesoran en cuando a etnografía, folklore, tradiciones, recursos naturales, lugares pintorescos, monumentos y manifestaciones culturales. El concepto de las llamadas "pensiu nis" es, como he anticipado, muy rural en el mejor sentido del término, y muy de acuerdo con los paisajes verdes y bucólicos, ofreciendo limpieza y atención adecuada, como comprobé en el Complejo Helena House en una de cuyas varias casas de tres plantas, con capacidad total para recibir 110 huéspedes en 47 habitaciones con minibar, televisión, y servicio de despertador, me alojé. Lo del despertador no habría sido necesario, pues los gallos de los corrales próximos también parecían conocer la hora en que quería levantarme de la cama, a juzgar por su oportuno canto. Este complejo, de varias casas en medio de un parque natural lleno de árboles, arbustos y flores, se completa con restaurante y lugares de ocio, amén de una oferta de visitas del máximo interés. En Suceva puede uno admirar, entre un total de diez Monasterios interesantes, los muy hermosos de Humor, Moldovita, Sucevita y Voronet, cuyos frescos exteriores e interiores son un prodigio de color e imaginación bíblica , histórica y alegórica. En el Monasterio de Moldovita tuve la suerte de reencontrar a una monja, que recordaba mi anterior paso por allí, y al que era alcalde, en 1975, cuando se le entregó el premio de FIJET, "La Pomme d´Or", en representación de todo el valor turístico de Bukovina. El encuentro fue memorable, dada la ternura con que la monja y el claustro me acogieron y la que expresó el alcalde y un amigo suyo, profesor, que por dificultades de idioma no llegué a saber, si también me conocía de antiguo, o, simplemente, se adhería a los abrazos y manifestaciones amistosas del exalcalde. En lo que se refiere a Suceava, una zona en la que hay cuatro reservas naturales, el visitante puede admirar hasta 6 basílicas, una fortaleza, 12 museos etnográficos. De ciencias naturales, de la madera , de la cerámica, de los huevos pintados - maravilla artesanal - y de varias cosas más. Y es posible practicar el esquí o la cabalgada, y realizar un viaje que nos dev uelve a la nostalgia de la niñez, en el tren de vapor alimentado con troncos desde el apeadero de Moldovita al de Argel. En ese viaje, realizado por los periodistas de FIJET, el 20 de Septiembre pasado, el tren tenía a su derecha un riachuelo cantarín y a la izquierda un valle poblado de casitas de labriegos, todas ellas verdaderos chalets, con su huerta y su amplio campo verdísimo. Y, como los rumanos son especialmente acogedores y expresivos - sin que tengan nada que ver con algunos indeseables llegados a España, de cuya conducta no conviene generalizar, pues lo infrecuente es encontrar mala gente en ese país europeo- al paso del trenecito, salían de sus casas para saludarnos y darnos la bienvenida. Aunque sólo pasamos por Bacau para almorzar - muy bien - en el Decebal Hotel, puedo destacar que ese distrito, ofrece monasterios, basílicas, en mayoría medievales y museos muy notables, dispone de siete reservas naturales y originales lugares de recreo. En alguna guía he leído que Iasi tiene también una oferta complementaria interesante, aunque es uno de los pocos distritos rumanos que no conozco. Nuestro viaje continuó con visitas a Sibiel y a su famoso Museo de Iconos, mantenido por la devoción de una atenta señora, que lo cuida con esmero, en un lugar muy romántico. Situado en un alto sobre el cementerio que rodea la pequeña iglesia ortodoxa, constituye una verdadera joya esta exposición de pinturas, por lo general de una ingenuidad estética muy notable, realizadas sobre cristal. La zona es bellísima, con paisajes exuberantes y ríos y riachuelos. Viaje adelante, realizamos el almuerzo, al aire libre, en mesas rusticas, en los aledaños de la Casa de la Cultura de Saliste, elevada sobre una colina con vistas a los prados y viñedos. En Saliste, una vez más, pude saludar al mismo alcalde que traté en anteriores visitas, quien, al verme de nuevo, me llamó a su lado, en el momento en que se disponía a hablar a los periodista s. Por su parte, con su habitual oratoria, que puede utilizar en cuatro idiomas, nuestro presidente Tijani Haddad, dio las gracias al Regidor por su participación en nuestros actos, en una emotiva respuesta. Luego salimos hacia Sibiu, preciosa ciudad que fue capital europea de la cultura en el años 2007, de la cual pienso escribir otro día. |