A la misma hora en que me pongo a escribir este artículo, mis colegas de FIJET estarán presenciando el solemne acto de entrega de “La Pomme d´Or" en el artístico “Alexandria Opera House”, obra del arquitecto Georges Park, realizada en 1918 e inspirada en la Opera de Viena y en L´Odeon de París. El edificio, abandonado y deteriorado por el tiempo en alguna época, se reabrió hace ocho años, una vez recobrado su primitivo esplendor.
Antes, durante la mañana mis colegas se habrán extasiado ante la moderna Biblioteca de 36.770 metros cuadrados, terminada el 31 de Diciembre de 1996, con monumental diseño de un cilindro en cuya pared exterior se han dado cita los diccionarios de todo el mundo para dejar esculpida alguna frase en un sinfín de idiomas. En su interior, la gran sala de lectura con 11 niveles escalonados se soporta en columnas de hormigón y maderas nobles, mientras guarda, para satisfacer la predilección de hasta 2.000 lectores, unos 200.000 libros - o más, ya que está cifra me fue dada durante mi visita, en la fecha de su inauguración - entre los que hay un depósito de 10.000 manuscritos. El aluminio, aliado con el cemento, el cristal, y el granito de Asuán, ofrece amplios y variados espacios rincones en su interior, promoviendo reflejos al exterior que quieren recordar el famoso Faro, que fue una de las 7 maravillas del Mundo, y de cuya recuperación - al menos de alguno de sus restos - en la mar cercana, he leído noticias varias, sin que tenga confirmación de tan importante hallazgo. La UNESCO, Egipto y otros países, incluyendo España, contribuyeron a realizar la actual Biblioteca, declarada Patrimonio de la Humanidad, que quiere ser un homenaje a la llamada Gran Biblioteca, en la antigüedad, que terminó pasto de las llamas, sin que sea muy seguro ninguno de los datos que, según el historiador de turno, se dan al respecto: Unos lo han atribuido a un pirómano individual y otros a distintos colectivos o a sus caudillos. La pérdida de aquellos papiros -que sumaban 900.000, en la época de Marco Antonio-, donde la ciencia, la filosofía, la literatura, la caligrafía, el dibujo y otras artes y ciencias dejaron todo el saber del mundo antiguo, fue una de las mayores pérdidas de la Humanidad; por eso es tan encomiable el esfuerzo y la tenacidad del pueblo egipcio para atemperar la desdicha de haber perdido la Gran Biblioteca, construyendo esta nueva, abierta a las donaciones de libros y a los modernos soportes multimedia de todos los países.
A estas horas, Tijani Haddad, reelegido presidente de FIJET para un mandato de cuatro años, habrá hecho entrega del trofeo, acompañado de un discurso brillante, según nos tiene acostumbrados su facilidad de palabra. También, como consecuencia de las elecciones, celebradas el día de San Miguel, a las que ya no he presentado mi candidatura -después de cuatro mandatos como vicepresidente- para dar entrada a gente joven, el presidente de FIJET habrá podido dar posesión a los nuevos miembros del Comité Ejecutivo, entre los que ha conseguido ser uno de los más votados, tras Ertan Sandikcioglu, Tina Cubrilo y Salah Attia -el fantástico organizador de tantos viajes de periodistas de turismo a su país, y de este 54ª Congreso- el Tesorero de FIJET ESPAÑA y presidente del CIT de Tenerife, Miguel Ángel González Suárez.
El Congreso, en parte itinerante, seguirá mañana su programa y, tras visitar las Catacumbas y el entorno de la Columna de Pompeyo, de 25 metros, esculpida en granito rojo, cabe el lugar donde se dicen enterrados los toros sagrados Apis, tomará la ruta del Alamain para contemplar el Cementerio de los caídos en aquel célebre campo de batalla durante de la Segunda Guerra Mundial. Antes, los periodistas habrán hecho de ilusionados jardineros, plantando un árbol de cada país en la llamada “JOURNALISTS TOURISTS VILLAGE” y de defensores de la paz y el respeto al ser humano, manifestándose contra las minas antipersona.
El Congreso, que comenzó en El Cairo, con una de las visitas probablemente más imposibles de olvidar para cualquier viajero – la de las Pirámides de Giza – terminará igualmente en la capital egipcia, con alojamiento, -¡nada menos!- que en el mítico Hotel Mena House Oberoi, en cuyos jardines he asistido a muchas cenas de gala y presenciado magnífico shows, pero en el que nunca me alojé, pese a ser la segunda vez que me ha sido reservada habitación en él. En la ocasión anterior, hube de ceder al deseo de otros colegas de que me alojara en el hotel previsto para el resto del grupo y, en ésta, a una revista, que equivocada, y paradójicamente, parece cifrar la libertad de expresión, en ofender el sentir religioso de los creyentes, y esta vez el de los musulmanes. El revuelo y la consiguiente advertencia de la embajada española, me ha dejado en Madrid con los billetes y el visado ya obtenidos. Si alguien me pregunta si no estoy disgustado por haber perdido tan atractivo viaje, debo decirle que viajar a Egipto es, como diría un castizo, “lo más de lo más”. Y hacerlo con FIJET, tiene un plus. No siempre uno pude realizar lo que desea, pero no hay porque enfadarse: La intención de viajar de nuevo a Egipto nunca dejará de estar en mi agenda anual.
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