El origen de la eclosión del patrimonio bibliotecario checo, que ha llevado a este país a liderar el ranking europeo de bibliotecas, hay que encontrarlo en la ley que fue aprobada en 1919 por la entonces joven Checoslovaquia, surgida tras la desintegración del Imperio Austro-Húngaro, para promover la divulgación del idioma checo. Esa norma obligaba a todas las ciudades y pueblos a contar con su propia biblioteca.
Coincidiendo con la celebración del Día Internacional de la Biblioteca, que se celebra cada 24 de octubre, hemos querido homenajear a 5 de las mejores bibliotecas de la República Checa:
- Klementinum: la biblioteca más bonita del mundo
Es, sin duda alguna, la joya de la República Checa. Tanto es así que para muchos esta biblioteca barroca, que fue inaugurada en 1722 para dar servicio a los alumnos de la universidad jesuita ubicada en el Klementinum y cuya sala principal está decorada con frescos de Jan Hiebl y una espectacular colección de globos terráqueos y astronómicos, es la más bonita del mundo. Desde entonces ha acumulado un fondo que actualmente supera los 20.000 ejemplares, mayoritariamente libros de teología escritos en distintos idiomas y una de las mejores colecciones de literatura escrita en checo. Y es que una ley promulgada en 1782 obligaba a todos los editores del país a entregar 1 ejemplar de cada uno de los libros que imprimían a la que estaba considerada como la Biblioteca Nacional.
- Strahov: la guardiana del códice más antiguo
La Biblioteca de Strahoh, ubicada en el interior del monasterio homónimo, data de 1143 y es una de las más valiosas y mejor conservadas del país. De sus cerca de 200.000 libros destaca, sobre todo, su pieza más antigua: el Evangelio de Strahov escrito en el año 860. Los visitantes pueden acceder a parte de sus instalaciones, entre las que destacan la Sala Teológica, construida en estilo barroco en 1679 por el arquitecto Giovanni Domenico Orsi y que alberga unos 18.000 volúmenes de temática religiosa sobre la Biblia; y la Sala Filosófica, de corte clásico y realizada a finales del Siglo XVIII por el arquitecto italiano Jan Ignác Palliardi para ampliar la biblioteca y dar cabida a los libros especializados en ciencia y filosofía. Uno de los aspectos que más llaman la atención de este recinto son los 14 metros de altura de sus techos y las preciosas estanterías de nogal que dan cobijo a un sinfín de sabiduría.
- Kromeriz: encuadernaciones de lujo
Uno de los rincones más visitados del Palacio Arzobispal de Kromeriz, inscrito en la lista de monumentos protegidos por la UNESCO, es su biblioteca. Construida de forma privada por el obispo Lichtenstein Castelkorn, en 1694 fue abierta al público erudito de Kromeriz y poco después se convirtió en la biblioteca central del Obispado de Olomouc. En la actualidad alberga más de 25.000 ejemplares y uno de los mayores fondos históricos del estado checo, entre los que destaca el Sacramento de Kromeriz, uno de los libros litúrgicos más antiguos del país. Otros de los detalles que embelesa a los miles de visitantes que se acercan a la biblioteca es la lujosa encuadernación de la mayoría de los tomos, que están forrados con piel blanca y llevan el título en dorado.
- Teplá: el primer Nuevo Testamento traducido al alemán
La de Teplá es, con más de 100.000 libros, una de las biblitecas de monasterio más grandes del país. Pero lo más valiosa de ella es la calidad de sus obras, ya que cuenta con 540 incunables y 1.149 obras manuscritas, entre las que hay 45 códigos medievales y un ejemplar único: el denominado Código de Teplá, que data del año 1400 y constituye la primera traducción del Nuevo Testamento al alemán.
También es de resaltar la preciosa encuadernación de muchas de sus obras góticas, renacentistas y barrocas.
- Broumov: ejemplares de 20 kilos y mucho más
En su época de apogeo esta bonita biblioteca llegó a tener más de 67.000 libros, pero distintos episodios históricos hicieron que sus fondos se redujesen hasta los actuales 17.000 ejemplares. No obstante su visita sigue siendo muy interesante ya que cuenta con curiosos volúmenes del Viejo Testamento en 7 idiomas, cada uno de los cuáles pesa más de 20 kilos; y además con otras obras singulares como un globo terráqueo de 1712 en el que todavía no aparece Australia, puesto que en esa época ese continente aún no había sido descubierto; y una de las 40 réplicas del Santo Sudario de Turín que hay distribuidas en todo el mundo y que data del año 1641.