Desde la aprobación de la Convención de Patrimonio ?Mundial de 1972?, la UNESCO tiene la responsabilidad de garantizar la conservación de los sitios inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial. Sin perjuicio de las soberanías nacionales o de su propiedad, estos sitios pertenecen a todos para compartirlos, cuidarlos y respetarlos. Su desaparición sería una pérdida irreparable para la humanidad. El término Patrimonio se refiere al conjunto de bienes heredados que se viven en el presente y que deben ser protegidos y conservados, para ser transmitidos a las futuras generaciones. El Patrimonio Mundial está integrado por bienes o sitios que poseen un valor universal excepcional, es decir, que tienen una importancia cultural o natural extraordinaria, que trascienden fronteras y tienen un significado especial dentro de la historia de la humanidad.
Los primeros lugares que consiguieron esta distinción fueron la Alhambra, Generalife y Albaicín de Granada, el común denominador de estos tres elementos es que suponen un testimonio único de la cultura islámica en la Península Ibérica o como lo describió Federico García Lorca en "Impresiones y paisajes" (1918) “Surgen con ecos fantásticos las casas blancas sobre el monte... Enfrente, las torres doradas de la Alhambra enseñan recortadas sobre el cielo un sueño oriental. El Dauro clama sus llantos antiguos lamiendo parajes de leyendas morunas. Sobre el ambiente vibra el sonido de la ciudad." Muy cerca, también fue reconocida la Mezquita de Córdoba el mismo año y diez años después se amplió al Centro Histórico de Córdoba. El conjunto declarado resultante de esta ampliación ofrece un ejemplo de singularidad artística y arquitectónica de irremplazables valores urbanos, paisajísticos y ambientales indispensables para interpretar y comprender la Mezquita de Córdoba. Hoy es la única ciudad del mundo que puede presumir de hasta seis Patrimonios de la Humanidad: La Mezquita-Catedral, el centro histórico que la rodea, la Fiesta de Los Patios y Medina Azahara. Además, como el resto de España, disfruta del título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad concedido también al Flamenco y a la Dieta Mediterránea.
De un extremo a otro del país
En el otro extremo de la Península Ibérica mereció ser Patrimonio de la Humanidad la Obra de Gaudí en Barcelona como máximo exponente del modernismo en nuestro país. En el año 1984 se declararon Patrimonio Mundial el Parque Güell, el Palacio Güell y la Casa Milà, siendo las primeras obras modernas representantes de las vanguardias artísticas del siglo XX en conseguir este reconocimiento. En 2005 esta declaración inicial se amplió, para incluir los trabajos de la fachada de la Natividad y la cripta del Templo de la Sagrada Familia, la casa Batlló, la casa Vicens y la cripta de la colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló, uno de sus primeros proyectos que se caracteriza por su estilo neomudéjar. Con la declaración de estos siete elementos, se pone de relieve el valor universal excepcional de la obra del genial arquitecto catalán y su contribución imaginativa única a la arquitectura del momento. También en el norte de España se incorporó la Catedral de Burgos, una de las obras cumbres del gótico español y la primera representación de la arquitectura gótica clásica en España. Es la única catedral española que tiene esta distinción de la UNESCO de forma independiente, es decir, que no está unida al centro histórico de una ciudad como es el caso de las catedrales de Salamanca, Santiago de Compostela, Ávila, Córdoba, Toledo, León o Cuenca; o en compañía de otros edificios, como la catedral de Sevilla.
Finalmente, en el centro geográfico del país se distinguió a una obra impresionante: El Monasterio y Real Sitio de El Escorial a pocos kilómetros de Madrid, que es uno de los monumentos más representativos de la arquitectura española, ligado indisolublemente a la monarquía hispana, al siglo de oro y a la ideología de la Contrarreforma católica del siglo XVI. El bien declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO comprende además de los jardines y huertas de los frailes, las casas de Oficios y de la Compaña, donde se albergaban los servicios del Monasterio y la Corte. La declaración incluye también las casas de Ministerios, Infantes y Reina que completaron en el XVIII la Lonja que rodea el edificio, así como la Casita del Príncipe y Casita del Infante, palacetes de recreo rodeados de jardines.