jueves. 30.01.2025

Viaje al más allá

Cerré los ojos y me morí. Momentos antes todo era oscuridad. Oí al cirujano decir que mi corazón no respondía. Poco después algo se desprendía de mi cuerpo, parecía un halo níveo del tamaño de un corazón grande. Era yo misma y me había desprendido de esa cobertura que había sido mi cuerpo durante setenta y ocho años; ahí se quedaba, en la mesa de operaciones, arrugado, parecía un traje de submarinista. El halo blanco, o sea yo, volaba feliz, aunque no sabía hacia dónde. Me había imaginado el cielo por encima de la tierra, pero no era un lugar, no sé lo que era; me dirigí hacia allí; me pareció atravesar una especie de nubes blancas, muchas y muy tupidas enredándome, a veces en esos algodones o nimbos de los que salí para avistar un cielo azul índigo cuajado de estrellas de entre las cuales, una brillaba con luz especial tintineante e incitante; seguí el inexistente sendero, penetré en la luz y llegué a ese NO LUGAR

Según iba descendiendo oí una voz que me decía: “irás a un sitio que será como tú lo habías imaginado en la tierra o como tú lo imaginas ahora”

Al atravesar otras densidades blancas y rosáceas se fue abriendo a mi vista un hermoso valle tal como yo lo había figurado: el cielo era de un azul cerúleo y despejado, salpicado de algún trazo rosa, había montañas suaves que circundaban y enmarcaban el conjunto; un río de aguas claras y nerviosas, con pequeños saltos, discurría apacible y a lo largo de sus riberas se disfrutaba de un extenso y alfombrado césped de un verde reluciente salpicado de florecillas de diversos colores. Al fondo del valle destacaba una especie de construcción que no parecía hecha de ningún material conocido; era blanca de altos muros (que no eran muros), y diversas estancias (que no eran estancias). Me dirigí hacia allí y según me iba acercando iba distinguiendo varios halos níveos como yo misma. Salían a mi encuentro y cuando estábamos muy cerca tomaron cuerpo humano: ¡eran mis padres ¡Allí estaban ellos tal como yo les recordaba en los mejores momentos de mi vida! Sonreían y se acercaban a mí que también había tomado forma humana. Nos abrazamos con emoción. No había palabras, pero comprendíamos todo lo que pensábamos. Supe que cerca se encontraban mis tíos, amigos y demás seres queridos. Aún no veía a Dios, pero sabía que estaba y que pronto se me haría presente para bendecirme y cobijarme con Su Amor.

No sé cuánto tiempo pasó porque la noción del tiempo no existe allí. Yo estaba feliz con mis padres, reposaba en el regazo de mi madre como cuando era pequeña y mi padre sostenía cariñosamente mi mano. De repente, mis padres se pusieron en pie, serenos y tranquilos, adelantándose un poco como para salir al encuentro de alguien. Efectivamente, la figura de Jesús, tal como nos lo describe la Biblia, se hizo visible. Avanzaba despacio, sonriendo. Era alto. Vestía una túnica blanca y sobre ella, a ambos lados, sobretúnicas de color azul.

Llevaba el pelo a la altura de los hombros, barba bien cuidada y unos ojos indescriptibles que cuando se posaron en mí percibí un sobrecogedor sentimiento de placidez que no puedo expresar. Al llegar a nuestro lado extendió sus brazos como invitándome a unirme a Él. ¡Yo corrí a Su encuentro y justo cuando ya iba a tocarle…! puf!, nos desvanecimos todos….

 Me desperté con un rictus de agradable sorpresa.

 Hacía mucho tiempo que no soñaba. ¡Quise volver a retomar el sueño, pero ya no pude…! ¡Que pena! Era tan bonito…..

Viaje al más allá