Cada día vemos gente que lee o escribe en su aparato mientras se comparte, por ejemplo, un ascensor, ese lugar donde antes se intercambiaban apasionantes opiniones sobre el tiempo. El otro día coincidí con un joven vecino que ni siquiera preguntó a qué piso iba, enfrascado en responder uno de sus “urgentes” mensajes; no me pude reprimir y abrí el periódico que llevaba bajo el brazo y me puse a leerlo frente a él, creo que se dio cuenta porque se guardó el teléfono en el bolsillo y yo cerré el diario. Hace poco, paseando por Viena y junto a un romántico café, observé a una joven pareja que escribía cada uno en su móvil sin mirarse ni un instante a los ojos. Pensé que tal vez se estaban enviando mensajes entre ellos, pero no creo... Soy muy aficionado a la música y casi todas las semanas voy al Auditorio Nacional y pese a que antes de comenzar el concierto advierten que se apaguen los teléfonos móviles, siempre hay alguien –siempre– que enciende la pantallita con la sala a oscuras para leer un mensaje... y deslumbrar al vecino. Ya es habitual, también, que cuando un grupo llega a un restaurante, lo primero, en lugar de pedir el menú o la carta de vinos, sea solicitar las claves del wi-fi y, por supuesto, pasarse la mitad de la cena más pendiente del móvil y sus mensajes que disfrutando del lugar, la compañía y la comida. No es raro interrumpir una conversación en persona para atender un mensaje de WhatsApp. El otro día vi un letrero en un bar de Chamberí (La Esmeralda, Glorieta de Iglesia, con las mejores patatas bravas de Madrid) que decía: “No tenemos wi-fi. Hablen entre ustedes. Es gratis”. Nada de besito de buenas noches. El 75% de los usuarios de móviles, el último gesto que hacen antes de dormirse es mirar la pantalla a ver si hay algún mensaje... y lo primero al despertarse. Sin embargo, los expertos (Universidad de Gotemburgo) aseguran que el abuso del móvil y el ordenador, puede crear problemas con el sueño, estrés y síntomas de depresión. Incluso se ha definido una nueva enfermedad, la Nomofobia (“no-mobile-phone phobia”), o miedo a no llevar el teléfono encima. Quienes la padecen (más de la mitad de los usuarios de móviles) suelen tener falta de seguridad en sí mismos y baja autoestima. Además, los smartphones pueden provocar nuevas patologías como problemas en el pulgar y dolores cervicales. Sin hablar de los accidentes, atropellos y tropezones que sufren quienes lo utilizan andando. También se ha definido otra enfermedad o actitud, el “phubbing”, que consiste en prestar más atención al móvil que a quien tienes delante. España tiene el dudoso mérito de tener el porcentaje más alto de móviles por habitante de todo el mundo. Hay más de 50 millones de aparatitos circulando, varios millones más que habitantes, incluyendo ancianos y bebés. Millones de personas perdidas en una maraña de mensajes, correos electrónicos, me gustas de Facebook o Instagram y retuiteos varios. La estadística indica que se consulta la dichosa pantallita hasta 150 veces cada día, una vez cada cinco minutos, incluyendo el tiempo de comidas, trabajo, descanso en casa y hasta el momento de la ducha. Si se dedica solo 2 minutos a leer y responder mensajes “trascendentales” o llamadas se llega a la conclusión de que el móvil ocupa cinco horas de nuestra vida, cada día. En una vida útil de 60 años de móvil, saldrían 109.500 horas de nuestra vida dedicadas al aparato: más de 12 años completos, 24 horas al día, dedicados al móvil. ¿Merece la pena, no hay nada mejor que hacer en ese tiempo? A veces los propios móviles ofrecen la tecnología... para no usarlos. Los que estén muy enganchados a las redes, pueden descargarse Anti-Social en su ordenador o teléfono y evitar la tentación de entrar en Facebook o Twitter constantemente. También se puede decidir cuanto tiempo se quiere estar desenganchado. La app Digital Detox, sólo apta para Android, permite seleccionar el tiempo que se quiera estar “No Disponible”. El proceso es irreversible y sólo permite durante ese tiempo hacer llamadas de emergencia. Vacaciones desconectados En el mundo del turismo se han empezado a tomar medidas para que los aparatos electrónicos no invadan los espacios dedicados al descanso, el disfrute del viaje, la buena gastronomía... Se propone, en el fondo, practicar un “deporte de alto riesgo” que no consiste en escalar el monte más alto de la región o tirarse por una cascada salpicada de rocas. La auténtica actividad de riesgo pasa por vivir sin su dispositivo electrónico favorito como hacían antes de que se inventaran. Empresas como la balear Desintoxicación Digital, trata de que sus clientes abandonen el hábito de estar todo el día mirando el móvil por lo menos durante el fin de semana a través del contacto directo con la naturaleza. Desde hace poco más de un año están creciendo los llamados hoteles Detox que en ocasiones son propuestas de hábiles empresarios independientes que hacen de una carencia de infraestructuras móviles de su establecimiento, un punto fuerte para la comercialización y el posicionamiento de su producto. Ejemplo de ello son algunas casas rurales ubicadas en zonas donde no hay cobertura, cuyos propietarios han optado por poner en valor esa desconexión como base de su tratamiento Detox. Pero junto a ellos, hay grandes cadenas y hoteles que han apostado por este producto con programas específicos, como Vincci Hoteles con su Digital Detox Pack lanzado hace unos meses que tiene entre sus premisas que el cliente entregue a la llegada todos sus aparatos electrónicos, incluido el móvil, la tablet o cualquier otro dispositivo electrónico. A cambio se le entrega un libro o un juego de mesa junto con unas sugerencias, para que la estancia sea lo más agradable y ‘desintoxicante’ posible. El Barceló Sancti Petri ha sido uno de los precursores en el programa Detox, en el que obviar la tecnología es una parte de su programación wellness. El gesto de depositar sus smartphones, como los pistoleros que entregan sus armas al sheriff cuando llegan a un pueblo en las películas de vaqueros, es celebrado enormemente por sus parejas y familiares que suelen acompañar a los 80 inscritos en este peculiar pack del hotel Sancti Petri desde que se puso en marcha en 2013. En su spa ofrecen masajes especialmente diseñados para ellos que llaman iMasaje, ya que llegan muy tocados desde el pulgar hasta el cuello. Por ello, se intenta recuperar la movilidad de las manos, brazos y codos, las zonas del cuerpo más maltratadas por estar todo el día con los teléfonos y los ordenadores. Sancti Petri ofrece también clases de cocina, equitación, jardinería y Chi Kung, una especie de yoga chino, que busca a través de la respiración reducir su nivel de estrés tras independizarse de su dispositivo electrónico. En el idílico hotel Barceló La Bobadilla, uno de los mejores de España, un palacio nazarí en la sierra granadina de Loja, te quitan el teléfono al entrar (si quieres) y te miman con cocina ecológica, rutas a caballo, picnics a medida, catas y envolturas con aceite de oliva en el spa. Mil Madreñas Rojas (Salientes, León) y Mas Els Terrats (Gerona) son dos de las casas rurales que han optado por la filosofía black hole. No hay cobertura digital ni televisión. A cambio, rutas de montaña, osos pardos, urogallos, talleres y mucho más. Además de los ya mencionados, el buscador www.jetcost.es ha encontrado una serie de hoteles de distinto tipo en los que los móviles están restringidos o hay limitaciones de cobertura. Estos son algunos: Casa O'Crego (Vilaquinte, Lugo), La Panadera (Herrera de Ibio, Cantabria), La Senda de los Caracoles (Grado del Pico, Segovia), La Gándara (Burgos), La Fabriquina y el Molino de Valdelagua (Agüerina de Belmonte, Asturias) En otros países la tendencia avanza en el mismo sentido. Así, el JW Marriott Cancún Resort & Spa y el Grand Cayman Marriott Beach Resort disponen de las llamadas ‘zonas francas libres de tecnología’, lugares con señales que incitan a los huéspedes a dejar sus dispositivos en sus habitaciones y relajarse, leer o disfrutar de una conversación tranquila y sin distracciones Tanto el Westin Dublín como el hotel Mónaco de Chicago van un paso más allá, ya que los dispositivos electrónicos deben ser guardados bajo llave desde el momento de la llegada en una caja fuerte o en recepción durante toda la estancia. El establecimiento de la capital irlandesa ofrece un paquete de desintoxicación digital que incluye una cama de diseño especial que promete a sus huéspedes “sentirse como en el cielo”, un masaje, un mapa para caminar por la ciudad, el periódico local, un exquisito desayuno servido directamente en la habitación, juegos de mesa y un kit para plantar un árbol. Por su parte, los clientes del hotel Mónaco que deseen una mayor relajación tienen la posibilidad de hospedarse en la ‘Suite de la tranquilidad’, un verdadero santuario del sueño que dispone entre otras comodidades de rodillos para masajes, música relajante, antifaces para dormir y calentador de toallas. Mientras que los huéspedes que se alojen en el Amazon Ecopark Jungle Lodge, en Manaos, sólo pueden llegar en barco o lancha... y sin móvil. También en restaurantes y trenes Como ocurre casi siempre, también han sido establecimientos extranjeros los pioneros en tomar medidas para que los móviles no invadan espacios que no les pertenecen. Por ejemplo el restaurante Eat Greenpoint, de Nueva York lleva la desintoxicación digital al extremo. Están prohibidos los teléfonos móviles e incluso hablar con tus compañeros de mesa. Quizás una solución un poco drástica que busca el silencio total para disfrutar mejor de la comida. La idea del propietario del restaurante Abu Ghosh, en Israel, puede tener quizás más adeptos que la anterior. Este restaurador israelí, para el que los móviles han estropeado el placer de una cena, da el 50% de descuento en la comida a aquellos que apaguen su teléfono móvil. La capital danesa es una de las pioneras en introducir el cartel de “Prohibido móvil” en sus establecimientos. Locales como el restaurante Congo o el club Simon’s no permiten el uso del móvil, también por cuestiones técnicas, aunque sus dueños están encantados con que la gente se encuentre ahí y disfrute más allá de la pantalla táctil. Tres restaurantes en Santiago de Chile han iniciado a principios de este año un plan piloto: la "guardería" de teléfonos móviles. Al entrar, la recepcionista del restaurante pregunta a los clientes cuánto tiempo pueden estar sin el móvil y si están dispuestos a dejarlo en la "guardería" (un servicio de casilleros con llaves que el cliente guardaba hasta finalizar su cena). Los restaurantes han encontrado una respuesta muy positiva, ya que el 80% de los clientes acceden a cenar sin teléfono. Incluso han aumentado las reservas de mesas. Eva Restaurant, un restaurante situado en Los Angeles, California (EE.UU.) ofrece un 5 por ciento de descuento en su cuenta a los clientes que opten por dejar su teléfono móvil en el ropero y sentarse en la mesa sin él. El objetivo es que no haya ni un solo cliente usando su dispositivo durante la comida o la cena. En los transportes las cosas se mueven en ambas direcciones. Desde siempre, los aviones eran el lugar ideal para desconectar ya que, en general no se podía usar dispositivos electrónicos a bordo. Actualmente, son cada vez más las aerolíneas que se sitúan en el otro lado, para ofrecer una conexión total durante el vuelo. Las compañías de tren, en cambio, empiezan a contar con los llamados vagones silenciosos. Renfe ha sido la última en apuntarse a una tendencia que ya seguían Deutsche Bahn en Alemania, o C2C Trains, East Coast y First Train en el Reino Unido. En estos vagones, no está permitido el uso del teléfono móvil para asegurar el descanso y relax de sus pasajeros. Algunas agencias de viajes se están preparando para lanzar paquetes anti móviles. Ni WhatsApp, ni Facebook, ni Twitter, ni correos, ni aplicaciones. Dejar el maldito aparato en un cajón y no mirarlo más que en caso de extrema necesidad. Una de ellas es Into The Tribe que quiere ayudar a hacerlo realidad con una de las primeras Digital Breaks que se harán en España. Las Digital Breaks se han estrenado en Cataluña el pasado mes de mayo y el plan es una escapada de 2 o 3 días, en este caso al Penedès, con grupos pequeños, en entornos de ensueño... y móviles restringidos. Y restringidos significa que sólo se pueden hacer llamadas en caso de extrema necesidad. Cuando se llega al hotel los organizadores bloquean los móviles para desconectar de la vida digital y volver a conectar con las personas que nos rodean y la naturaleza. Una oportunidad para tener un mejor equilibrio entre la vida real y virtual. Reducir el estrés y la ansiedad de los teléfonos móviles haciendo que, por ejemplo, la gente deje de mirarlos mientras come, uno de los momentos preferidos de los móvil-adictos. En los Digital Breaks que propone Into The Tribe, las escapadas antimóvil se complementan con salidas a vela, yoga en un jardín tropical, talleres para aprender a hacer pan y jabón, a tocar el djembe y pasear, por ejemplo, entre los viñedos del Penedès. Un paréntesis sin móviles que cuesta entre 200 y 300 euros. |
Crece el número de restaurantes, hoteles y propuestas de viajes que no admiten teléfonos ni tabletas
VACACIONES SIN EL MÓVIL
Hace algún tiempo pensé escribir un artículo titulado “Odio los móviles”, que finalmente no hice, matizando que, en realidad, lo que odiaba era su uso abusivo por muchos, sin respeto a los vecinos en trenes, restaurantes, reuniones, etc. Años después el asunto ha ido a peor, mucho peor. La proliferación de redes sociales y la dependencia de ellas, el WhatsApp y otros sistemas que facilitan la comunicación a través de los aparatos hace que millones de personas estén absolutamente secuestrados por sus móviles y que de alguna forma, el móvil haya sustituido a la educación.
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Enrique Sancho
1 de julio de 2016, 21:13