jueves. 26.12.2024

El Genocidio Armenio nunca debe ser olvidado

Todavía oímos el grito angustioso y desamparado de muchos cristianos indefensos, en diferentes partes del mundo. Armenia es un pueblo de raza indogermánica asentado en las montañas entre el oriente y occidente. Armenia cuenta con casi 3 millones de habitantes. La religión predominante en Armenia es el cristianismo. Según la tradición cristiana, la Iglesia armenia fue fundada por dos de los apóstoles de Jesús, San Judas Tadeo y San Bartolomé, quienes predicaron el cristianismo en Armenia entre los años 40 y 60, conocida como la Iglesia apostólica armenia. Sin embargo, gracias a las predicaciones de San Gregorio el Iluminador (260-328), el cristianismo se extendió en toda Armenia en el año 301.

El 93 % de los cristianos armenios pertenecen a las Iglesias ortodoxas orientales, al igual que la Iglesia copta y la siriaca, llamada monofisita (no la Iglesia ortodoxa griega). En Armenia también hay casi 180.000 cristianos católicos del rito armenio, en plena unión con el Vaticano.

Los cristianos orientales; caldeos, asiros, coptos, maronitas, melquitas y armenios, somos fruto de las predicaciones de los santos apóstoles de nuestro Señor Jesucristo en el primer siglo I, no somos árabes ni musulmanes.

La presencia árabe musulmana en Mesopotamia, Irán, Turquía y el Norte de África empezó con las conquistas del segundo Califa Ortodoxo Omar, en el siglo VII y extendió en toda la tierra por el filo de la espada, destruyendo nuestra cultura cristiana, persiguiendo y matando a los cristianos, hasta hoy día. 

Según el diccionario de la Real Academia Española; “El genocidio: es una forma organizada de matanza de un conjunto de personas con el objetivo explícito de poner fin a su existencia colectiva por motivos raciales, políticos o religiosos”.

En los primeros años del siglo XX, la población cristiana en el Imperio Otomano sumaba alrededor de cuatro millones de personas, extendidos en comunidades ubicadas en las regiones cerca del lago Urmia en Persia, el lago Van y en Mesopotamia; en las provinciasde Diyarbekir, Erzurum y Bitlis. El 24 de Abril del año 1915, es una fecha clave para recordar, oficialmente se considera el comienzo del conocido “genocidio armenio”, bautizado por los cristianos asirios y caldeos como “Saypa”, su origen vine del arameno, que significa “espada”.

En esta fecha, las autoridades otomanas detuvieron a 250 intelectuales y líderes cristianos armenios que fueron arrestados en Constantinopla, para trasladarlos a Chankri y Ayash, dos campos de concentración en las cercanías de Ankara, la mayoría murieron en el camino. A partir de mayo del año 1915, los jóvenes turcos, junto con los musulmanes kurdos, circasianos y chechenos persiguieron y capturaron en masa las comunidades cristianas armenias, asirias y caldeas de las provincias de Bitlis, Diyarbekir, Erzerum, Kharbeid, Hakkari, Sivas y Van, para llevarles como prisioneros a los desiertos de Mesopotamia, a morir de hambre y sed.

Los pocos cristianos sobrevivientes de este homicidio huyeron de Turquía para refugiarse en Irak, Siria, Irán y Líbano. Alrededor de un millón y medio de cristianos armenios, otros quinientos mil cristianos asirios caldeos católicos, entre ellos obispos, sacerdotes, monjes y monjas, mujeres, hombres, ancianos y niños indefensos fueron aniquilados a manos de los musulmanes turcos con la ayuda de los musulmanes kurdos, durante el transcurso de la primera Guerra Mundial.

No cabe duda, de que la decisión para llevar a cabo este genocidio fue tomada por el Imperio Musulmán Otomano, que son los principales criminales. En aquel tiempo, el genocidio o “Al-Yihad” de los Jóvenes Turcos, contra los cristianos armenios, entre los años 1915 y 1918, tuvo la aprobación de algunos líderes mundiales, como, el Führer nacional-socialista, Adolf Hitler, que en el 22 de agosto del año 1939, pronunció las siguientes palabras: “Después de todo ¿quién se acuerda del aniquilamiento de los armenios?”, seguramente para justificar, más tarde, el Holocausto judío. 

El 24 de abril del año 2015, un centenar de cristianos orientales, de todo el mundo, nos hemos reunidos en París-Francia, para conmemorar el centenario del “genocidio armenio”. En este encuentro, conocí a Sargón Shlemon Zaya, un hombre de setenta años, cristiano asirio, nacido en la ciudad de Zakho al Norte de Irak. Sargón nos contó que su abuelo Zaya, vivía felizmente con su familia, sus padres, tres hermanos y dos hermanas en un pueblo cristiano cerca de la antigua ciudad del Imperio Otomano Diyarbekir. Un día del año 1915, Zaya tenía doce años, cuando centenares de soldados turcos ayudados por kurdos, atacaron el pueblo, saqueando sus casas, matando los hombres, los niños, violando las mujeres antes de matarlas, entre ellos a toda su familia. Lo que salvo a Zaya, fue porque se desmayó por un fuerte golpe de un soldado turco y cuando se despertó en medio de decenas de cadáveres de su propia familia, los asesinos ya no estaban. Zaya, tuvo que abandonar su pueblo y andar casi cien kilómetros hasta que encontró unos monjes que le llevaron a vivir con una familia cristiana asiria en la ciudad de Zakho, donde fue criado y educado. Otro buen amigo, Luis Sarkisyan Yaqobiyan, un hombre de casi ochenta años, cristiano armenio, nacido en la ciudad Al-Qamishly en Noreste de Siria. Según Luis, su abuelo Yapobiyan era de origen de Mardin un pueblo del Imperio Otomano, actualmente una ciudad situada al Sur de Turquía y frontera con Irak y Siria.

Un día del año 1917, una mezcla de milicia turcos y kurdos atacaron su pueblo, mataron todos los hombres, entre ellos los padres de Yapobiyan y sus cuatro hermanos ya mayores de edad y llevaron a los niños y las mujeres como esclavos. En aquel día, Yaqobiyan tenía quince años, cuando un Jeque kurdo le acogió como esclavo para su familia y le hizo un tatuaje detrás de sus orejas, para distinguirle de los vecinos, según la costumbre. Cuatro años más tarde, Yaqobiyan, con diecinueve años recién cumplidos, decidió escaparse en búsqueda del resto de su familia. Después de tanto sufrimiento y larga búsqueda, en la ciudad de Al Qamishly, Yaqobiyan se encontró con su tío, hermano de su padre y a dos primos que sobrevivieron a aquel genocidio, creció entre ellos y formó su propia familia. 

El Genocidio Armenio nunca debe ser olvidado