Dicen que cuando la gratitud es absoluta, sobran las palabras. Imagino que esta frase la escribió alguien que, como yo, quería expresar su satisfacción por algún reconocimiento tan importante como este, y descubrió la dificultad que supone acertar con el mensaje adecuado. ¿Cómo agradecer una distinción que lleva en su título algo tan sugerente como la convivencia ciudadana?
Mi primera reflexión fue que quien merece realmente unpremio así es el propio CIT de Tenerife por haber tenido lainiciativa de fomentar un valor que, justamente ahora, vive sus peores momentos.
Convivencia ciudadana es concordia, empatía, conciliación, sosiego. La convivencia ciudadana suponediálogo para la armonía, respeto con el discrepante, acuerdo para superar enfrentamientos, tolerancia con eldiferente. En definitiva, convivencia ciudadana es la conducta que ennoblece las relaciones humanas.
Y la dificultad es cómo expresar el orgullo que se siente al ser distinguido con un galardón que lleva ese valor como emblema. Pensé hacerlo con algún poema de Neruda, de Benedetti o de Miguel Hernández, pero ninguno me pareció suficiente.
Después rebusqué en el denso repertorio que nos ofrece nuestra lengua. Indagué con paciencia por el ampliovocabulario buscando el término apropiado, y, por fin,encontré una palabra que, dicha con sinceridad, expresa en toda su magnitud lo que siento en este momento. La palabra es: gracias.
Pero debo señalar que expreso mi gratitud interpretando que es el reconocimiento al trabajo de los hombres y las mujeres que conforman la Diputación del Común. Que esun premio a la labor seria, honesta y exquisitamente independiente que llevan a cabo en defensa de los derechos ciudadanos.
Estoy convencido de que mis méritos están basados en un trabajo de equipo del que me siento particularmenteorgulloso.
Recojo este premio en nombre de todos ellos y con la seguridad de que también es un reconocimiento a los valores que inspiran los pilares de la Institución que me honro en presidir. Un galardón al esfuerzo en defender alos más vulnerables. Un premio a la voluntad inamoviblede luchar para que se respeten sus derechos.
Porque esa es la misión que nos han encomendado. Somos una herramienta que el Estado de Derecho pone a disposición de la ciudadanía como contrapeso al poder político.
Defendemos a la parte más débil de la sociedad. A las personas con discapacidad, a los que necesitan una ayuda social, a quienes están al borde de un desahucio, a las personas en situación de dependencia, a los que huyen de la miseria y llegan a nuestra tierra, a los que están en la cárcel cumpliendo una condena, a las personas con problemas de salud mental, a los que sufren ladiscriminación, a las familias con algún miembro que padece una enfermedad incurable, a los que se sienten olvidados por la administración.
Sabemos que defender los derechos de todos ellos es unatarea incomprendida por algunos, pero les aseguro que se trata de la labor más hermosa que puede realizar un ser humano.
Y quiero resaltar que proteger a estas minorías conduce auna sociedad más justa, que es la base para avanzar hacia una verdadera Convivencia Ciudadana. Por tanto, este galardón no solo es un honor. Es un estímulo para continuar nuestro trabajo con mayor entusiasmo.
Y el honor de recibirlo se multiplica al tener la satisfacción de compartirlo con personas y entidades que le dan prestigio a este acto: una fundación modélica como ALDIS, un empresario de la talla de Rodolfo Núñez, los ciudadanos de La Palma, que han vivido una tragedia de proporciones desconocidas hasta hoy, una empresa ejemplar con implantación en todo el archipiélago como CICAR, y una tradición tan peculiar como la Bajada de El Socorro.
Y, por si fuera poco, el Centro de Iniciativas y Turismo de Tenerife, me honra con el privilegio –y la difícil papeleta–de designarme para que sea yo quien tome la palabra en nombre de todos ellos.
Sin embargo, tengo la suerte de vivir esta tarde una feliz coincidencia. Entre los premiados está el acontecimiento cultural que mejor identifica a mi pueblo: la Bajada de El Socorro, de la que tuve el honor de ser su pregonero el pasado año.
Así que, con el permiso de los demás galardonados, voy a comenzar esbozando los méritos de esta tradición centenaria con olor a albahaca que nos convoca cada siete de septiembre. Y como no me duelen prendas, lo digo abiertamente: nadie con más méritos para este premio que una fiesta amable y donde la convivencia ciudadana entre sus miles de participantes es su seña de identidad.
Otorgar este premio a la Bajada de El Socorro es tambiéndistinguir a Güímar, porque nunca un pueblo se identificó tanto con su fiesta. Pero también es valorar los símbolos que la hacen única.
Es homenajear a la cofradía de los guanches por acompañar a la Virgen desde 1872. Es honrar a la danza de cintas por enredar sus colores durante 234 años. Es premiar a la banda de música por mantener vivo el pasodoble de Miguel Castillo. Es distinguir a los Amigos del Arte por recordarnos la letra de Pedro Guerra. Es galardonar a los cargadores y a los repicadores por su fidelidad a ritmo de tajaraste. Es agradecer a la Parroquia y a los mayordomos su constancia a lo largo de 376 años.
Pero, sobre todo, es reconocer el mérito de las miles depersonas que, año tras año, con su participación ygenerosidad, mantienen una tradición que nos enorgullececomo pueblo.
Y gracias en nombre de ALDIS. Entre los galardonados se encuentra esta Fundación que preside una güimareraluchadora como pocas: Ofelia Tabares.
ALDIS es una entidad que en 2018 recibió el Premio Especial al Valor Social, de la Fundación Cepsa, otorgado por un jurado que, por cierto, tengo el honor de presidir desde hace algunos años.
ALDIS es uno de esos colectivos que merecen todo nuestro apoyo. Una entidad sin ánimo de lucro promovida por familias con menores que padecen enfermedades raras, es decir, de las que se da en menos de 5 personas por cada 10.000 habitantes.
Son raras y, sin embargo, numerosas. La Organización Mundial de la Salud estima que hay 7.000.
Pero una enfermedad rara no implica que quien la padece sea una persona extraña. Es una afección poco habitual, sí, pero la sufren personas sin otra particularidad que la de soportar unos síntomas que son de escasa frecuencia entre nosotros. Y ahí radican las dificultades a las que se enfrentan.
Porque no hay peor diagnóstico que no tener ninguno. Mientras no se determine la patología, no se puede aplicarla terapia adecuada, ni se incluye entre las estudiadas en proyectos de investigación. Y esa es la realidad que viven muchas de estas familias.
Además, el premio que hoy le concede el CIT es muy oportuno, porque justamente en estos momentos, ALDISvive una situación delicada debido a esos trámites burocráticos fríos y asépticos que no permiten apreciar en su justa medida el trabajo de una fundación que desde hace 16 años lleva a cabo una labor social tan encomiable.
Aunque el mayor premio es hacer que lo raro deje de serlo. Que las familias que viven esta situación se sientan miembros de una sociedad que los acoge, los comprende y los protege.
Y gracias en nombre de Rodolfo Núñez Ruano. Hablar de turismo en Canarias es hablar de conectividad, tanto con el exterior como entre las islas, y BINTER es nuestra referencia. Con cuatro millones de pasajeros al año, ha llegado a ser en varias ocasiones la compañía más puntual del mundo según la consultora estadounidense FlightView.
Y hablar de BINTER es hablar de Rodolfo Núñez, unhombre con múltiples aristas en su amplia actividad como empresario, economista y profesor, además de diversas responsabilidades políticas en el gobierno de Canarias. En todas estas facetas, Rodolfo Núñez ha demostrado ser un eficiente ejecutivo.
Quienes lo conocen, coinciden en definirlo como una persona apasionada por su trabajo. De los que creen en lo que hacen y, sobre todo, de los que cuando persiguen un objetivo, luchan con perseverancia hasta hacerlo realidad. Hay dos anécdotas que muestran este rasgo distintivo de su personalidad que me han contado algunos amigos suyos.
Cuando Rodolfo Núñez se propuso para la presidencia de CajaCanarias, en la segunda mitad de los noventa, el desaparecido Adán Martín y Manuel Hermoso le pidieron a José Carlos Francisco que hablara con él para que desistiera de sus pretensiones, a lo que éste último respondió: “yo se lo digo, pero sé que no se va a retirar. Lo conozco desde la infancia en el colegio”. Pocos días más tarde, por supuesto, fue presidente de la entidad financiera.
Y la segunda fue su reacción cuando prescindieron de él en BINTER. Con firmeza le aseguró al Consejo de Administración: “me voy, pero volveré” y a fe que lo hizo.
Y gracias en nombre de CICAR. Premiar a CICAR es reconocer la trayectoria profesional de un empresario marcado por el afán de superación. Don Mamerto Cabrera comenzó siendo carpintero, posiblemente porque su afición a la música le llevó a aprender a reparar las guitarras y los timples de Mácher, pero su proyecto empresarial era más ambicioso.
Hace 55 años, cuando comenzaba la actividad turística que iba a transformar la vida de los canarios, inició conhumildad los primeros pasos de una empresa que hoy gestiona 7.000 vehículos de alquiler, dispone de 60 oficinas y da trabajo directo a más de 1.000 personas.
Como buen lanzaroteño, desde 1989 tiene como distintivo empresarial un emblemático logotipo creado por Cesar Manrique que le ha dado una imagen corporativainconfundible.
Tras el fallecimiento de su fundador, el proyecto lo han continuado sus hijos Nieves, Pedro, Mamerto y Ángeles, quienes, fieles al ejemplo paterno, llevan a cabo una gestión que destaca por su labor de mecenazgo, en especial con el mundo del deporte.
El CIT de Tenerife hoy distingue a CICAR, como unaempresa del ámbito turístico que ha sido considerada modélica por el Gobierno de Canarias, que en 2013 le otorgó el mayor premio concedido a una entidad privada, "LA MEDALLA DE ORO DE CANARIAS".
Y termino dando las gracias en nombre del colectivo que más nos ha preocupado en estos tiempos en los que lasdificultades se han amontonado de forma persistente: los Ciudadanos de La Palma, la isla donde la Diputación del Común no solo tiene su sede oficial. Allí tenemos el corazón. Y cuando se inició la erupción volcánica nos sentimos más palmeros que nunca.
La ladera de Cumbre Vieja se abrió rompiendo el silencio del valle con un rugido profundo como si el aullido del mar se hubiera refugiado en la montaña. Surgieron llamas que parecían quemar el cielo, mientras una masa negra encendida de rojo comenzaba a deslizarse lentamente hacia Todoque.
Después, una ceniza negra se elevó pretendiendo cubrir el sol de la mañana en una impetuosa demostración de la naturaleza viva. Las plataneras, los caminos y la vida de muchas personas fueron sepultados bajo un manto de arenilla negra. Pero aquello no podía ser el presagio de un futuro siniestro para la Isla.
Todo lo contrario. El pueblo palmero le plantó cara, y dijo: somos más fuertes que el volcán. Y desde todos los lugares llegaron muestras de apoyo.
A medida de que el cráter expulsaba de sus entrañas la lava destructiva, muchas personas sacaban de su interior el sentimiento noble por excelencia: la solidaridad con quienes lo habían perdido todo.
Y hoy, un año después de aquella catástrofe, el Centro de Iniciativas y Turismo de Tenerife, con este galardón, nos propone no olvidar lo que allí sucedió. Nos pide que volvamos a La Palma, como dice Elsa López en este hermoso poema con el que termino:
Yo vuelvo a La Palma
Cuando el humo de los tugurios me araña los ojos
Y de los labios se me deslizan comisuras blancas
Y hay espuma en mis sienes
Y el olor del asfalto se me pega como un sudario a la nuca
Y recuerdo que agazapados en sus cubiles hay hombres que no conocen el mar
Yo vuelvo a La Palma.
¡Muchas gracias!