Transformación del turismo en un fenómeno de masas
En la época en la que se creó el Ministerio de Información y Turismo, en 1951, nuestro país se encontraba en una situación política y económica que no beneficiaba grandes expansiones en materia turística, al menos en la medida en que se produjeron. Hay quien sostiene la hipótesis de que la transformación del turismo en un fenómeno de masas se debe fundamentalmente a motivos institucionales y sociales; pero puede afirmarse que no se habría producido si, además, no se hubieran dado determinados factores estructurales y de coyuntura: a/ Devaluaciones de nuestra moneda. b/ La implantación del Plan de Estabilización de la economía, en 1959, que mantuvo los precios turísticos a niveles muy competitivos. c/ La aprobación de la Ley de Competencias Turísticas 1963. d/ La aplicación de los Planes de desarrollo económico y social que incluyeron al Turismo en la planificación española. e/ El desarrollo de una estructura formativa e investigadora de turismo, mediante la creación del Instituto de Estudios Turísticos y la Escuela Oficial de Turismo. f/ La Ley de Centros y Zonas de Interés Turístico Nacional, que pretendía controlar el crecimiento inadecuado y preservar el Medio Ambiente del impacto negativo de un desarrollo turístico anárquico, aunque un cierto anarquismo estuvo siempre presente.
Por otra parte España poseía una imagen de país atrasado; donde no se respetaban los principios democráticos, pero que, sin embargo, gozaba de estabilidad política que era garante de la seguridad ciudadana, y que además, disfrutaba de una enorme riqueza cultural y natural, sazonada con una excelente relación calidad/precio y con una enorme dosis de predisposición hospitalaria hacia el turismo.
A mediados del siglo XX se inicia el boom turístico. Durante 1951 visitaron nuestro país 750.000 turistas, cifra muy considerable en comparación con otros destinos. A partir de ese año se emprende el vertiginoso despegue de esta industria, llegando en 2006 al asombroso guarismo de 58 millones de turistas extranjero y posicionando a España como segundo país del mundo.
Todo esto no hubiera sido posible si a la vez, en las principales naciones europeas no se hubiera forjado una fuerte expansión económica. La generalización en Europa de las vacaciones pagadas, la mejora de la sanidad y las jubilaciones, propiciaron que las familias se pudieran permitir gastos en ocio y turismo. Por último, se consideró a España como destino exótico.
El turismo comienza a crecer a ritmos acelerados, consecuencia del nuevo orden internacional, la estabilidad social y el desarrollo de la cultura del ocio en el mundo occidental. Surge la llamada sociedad del bienestar en la que una vez cubiertas las necesidades básicas aparece el desarrollo del nivel de formación y el interés por viajar y conocer culturas. En estos años, se desarrollan los grandes núcleos urbanos y se hace evidente la masificación, produciendo el deseo de evasión a través de las vacaciones. Se desarrolla la producción de automóviles en cadena que los hace cada vez más asequibles, así como la construcción de carreteras y autopistas que permitirán un mayor flujo de viajeros. El avión de hélice es sustituido por el de reacción, lo que vaticina un golpe definitivo a las compañías navieras de la época.
Todos estos factores nos arrastraron a la era de la estandarización del producto turístico. Los tour operadores lanzaron al mercado millones de paquetes. En la mayoría de los casos utilizando el vuelo chárter, que abarató las vacaciones.
Al principio de este período 1950 se contabilizaron 25 millones de turistas en el planeta al año, y al finalizar 1973 se registraron 190 millones. El año pasado se cerró el ejercicio con la asombrosa cifra de 840 millones de turistas extranjeros circulando por nuestro planeta. Esta etapa, también se caracterizó por la falta de experiencia, lo que implicó, consecuencias como la falta de planificación (construyendo sin hacer ninguna previsión ni de la demanda ni de los impactos medioambientales y sociales que se podían sufrir con las llegadas masivas de turistas). Se emprende la peligrosa sobredependencia de los TTOO.
En los 70 pasamos por una crisis energética y su consiguiente inflación, especialmente sentida en el transporte, ocasionando un periodo de crisis para la industria turística que se extiende hasta 1978. Esta recesión instaura una merma en la calidad para abaratar costes y precios, apostando por la masificación de la oferta y la demanda.
En la década siguiente el nivel de vida se vuelve regenerar y el turismo se convierte en el motor económico de muchos países. La mejora de los transportes facilita mucho este desarrollo. En estos tiempos se produce una internacionalización muy marcada por las grandes empresas turísticas, que reinventan nuevas fórmulas de utilización del tiempo libre (parques temáticos, deporte, riesgo, salud,…) aplicando novedosas técnicas de marketing, ya que el turista busca sensación de experiencia; para ello escruta nuevos productos y destinos. La multimedia y las comunicaciones transforman el sector, modificando el diseño de los productos, la prestación de los servicios y la comercialización se concibe con formas más fluidas.
Durante los años 90 se originan grandes e históricos acontecimientos como la caída de los regímenes comunistas europeos, la Guerra del Golfo, la reunificación alemana, las guerras yugoslavas, etc., que van a incidir de forma muy directa en la nueva historia del turismo. Este es el llamado período de madurez; ahora, se sigue creciendo pero de manera más sostenible. Se limita la capacidad receptiva (adecuación de la oferta a la demanda), se diversifica la oferta y la demanda y se comienza a trabajar en la clave del éxito de la futura industria turística: “la calidad”.
El turismo entra a formar parte fundamental de la agenda política de numerosos países desplegando importantes políticas públicas que afectan a la promoción, planificación y comercialización como una pieza clave del desarrollo económico. Los objetivos se comienzan a centran en alcanzar un desarrollo turístico sostenible.