URUGUAY, LA BELLEZA ESTÁ EN SUS GENTES
Cuando leemos un artículo turístico la mayor parte de las veces nos encontramos ante un despliegue de calificativos que describen la belleza y bondades del lugar y, así debería comenzar el mío pero, sin embargo, no lo voy a hacer porque, aunque lo es y en gran medida, no es, desde mi punto de vista, lo más destacable de Punta del Este. Y no lo es porque, como en el resto del país, lo que más te impresiona son sus gentes.
Decir que Punta del Este es un “balneario” (así lo denominan los uruguayos), maravilloso e increíble, es ser reiterativo y desde luego nada original. Son muchas las personas que han tenido oportunidad de conocerlo y disfrutar allí de unas vacaciones y, desde que la cantante Shakira compró allí un terreno, una “chacra”, muchas gentes seguidoras de la prensa rosa han aprendido a situar Uruguay y Punta del Este en el mapa.
Son muchas las veces que he recorrido esa punta que se adentra en el océano Atlántico y siempre la “sencillez” de sus gentes me ha conmovido. Pero no se trata de una sencillez peyorativamente hablando, en absoluto, la sencillez de la que hablo incluye un civismo, una calidez, un trato afable al visitante, que aunque son valores que creemos o tildamos de “normales”, no lo son en absoluto, y mucho menos unidos y exponencialmente tan desarrollados.
Da lo mismo si te acercas a una Talabartería, me encanta esa palabra, para comprar los preciosos cinturones realizados en cuero a mano, con un diseño trenzado precioso, donde el comerciante al saberte “gallego” te dará, con una sonrisa, todas las explicaciones que desees y te mostrara orgulloso sus artículos, o si te acercas a un supermercado como la “Tienda Inglesa” que por hacer una similitud vendría a ser el “Corte Inglés” español, donde te ayudaran a meter la compra en las bolsas, de forma ordenada, sin mezclar los artículos, con un orden y disposición lógica y, te ayudan igualmente a llevar las bolsas al coche, siempre con una sonrisa, y así podría poner miles de ejemplos.
Pero es que además, si tienes la suerte, y gracias a Dios yo la tengo, de llegar a hacer amigos allí, los tendrás para siempre. Los uruguayos son gente encantadora que comparten contigo lo que tienen y te hacen saber especial como cuando mi querido Edgardo Muscarelli, uno de los mejores músicos del Uruguay, se volvió loco para buscarme un “choclo” , mazorca de maíz, fuera de temporada porque sabe que me encantan a la parrilla. Todos son así, quieren que estés bien y hacen lo que sea porque lo estés, pero de manera natural y sin aspavientos.
Ejemplo también podría ser Diego Amézaga, por suerte cuñado mío, que en el momento en que pisas el aeropuerto de Carrasco, sea invierno o verano, de madrugada o de tarde, te recibe con una sonrisa de oreja a oreja y se entrega a ti de manera que todo aquello que quieras y necesites lo lograra para ti.
Así son las gentes uruguayas, todas, aunque parezca exagerado.
Y, centrándonos de forma más convencional en la descripción de punta del este, me quedo sin adjetivos. La belleza de sus casas construidas con un gusto exquisito, cada una de ellas diferentes pero con un denominador común, los jardines que la rodean son a cada cual más impresionante y, como no existen cercas, los unos se unen a los otros creando una manta de vegetación con árboles y flores que parecen hechas por una sola persona. Aquí cobra sentido que existan “arquitectos paisajistas”, como el gran Don Leandro Silva, al que también tuve la fortuna de conocer en Segovia donde vivió los últimos años de su vida.
Alquilar una casa en Punta del Este con jardín, piscina y, ¡cómo no, parrilla! no cuesta mucho y es un placer levantarte por la mañana y que el jardinero haya arreglado el jardín, y te hayan limpiado la piscina sin que tu hayas sentido ningún ruido, y todo eso incluido dentro del precio de alquiler, que como digo no es nada elevado.
Te encuentras con todo tipo de playas, “la mansa”, “la brava”, kilómetros que se pierden en el horizonte y tienes una sensación de playa virgen o casi por descubrir, porque no encuentras nunca la cantidad de gentes que puede encontrar en las infestadas playas españolas.
Tienes todo tipo de restaurantes y para todos los bolsillos, con menús variados aunque claro está, como aperitivo los excelentes mejillones al vapor y luego la parrilla uruguaya, la carne, es la estrella. De postre “el chajá” o el cualquier postre realizado con el dulce de leche casero harán que te relamas de placer.
Existe un “puente loco” por el que pasas a “la Barra” donde parece que el tiempo se ha detenido y estamos ante una comunidad hippie. Pero de nuevo debo aclarar que lo digo con admiración, se trata de un lugar donde las playas inmensas, las tiendas de moda de un gusto exquisito,(fundamentalmente argentinas) y un montón de locales juveniles donde escuchar música, compartir un “mate” un café con “masitas” o, al llegar la noche una copa.
En Punta del Este puedes divertirte tengas la edad que tengas. Si eres una adolescente, numerosos locales de música y fiestas nocturnas harán que pases unos días inolvidables. Lo adolescentes van a la playa por la mañana y después de comer suelen dormir, algo similar a la siesta para después poder aguantar tanto trajín. Muchas veces unos cuantos amigos alquilan una casa y la adecúan con música y alcohol y refrescos para invitar allí a sus amigas, no así a los amigos que tiene que pagar o la cuota o la entrada.
Y para los mayores tenemos muchas atracciones en los diferentes hoteles de alto standing, y numerosos conciertos de personalidades de la música durante los meses de verano, que en nuestro país coincidiría con la época de Navidad.
Si tienes tiempo, a una hora y media de coche puedes llagar a Cabo Polonio. Es otro mundo. El tiempo se ha detenido, y esta vez sí, en la época hipye. Llegar a las playas del Cabo Polonio requiere dejar el coche en el parquin de entrada al parque natural, donde unos camiones descapotados te acercaran sorteando las dunas hasta las playas más vírgenes que he conocido. Solo algunos locales de donde se venden algunos recuerdos y dos o tres lugares para comer que se adaptan a las rocas donde están ubicados sin destruir la naturalidad del entorno, pueden estar allí por poseer un permiso especial. Nadie puede construir allí, tan solo puedes disfrutar de la naturaleza y descansar.
En Cabo Polonia existe una reserva de focas marinas que como los humanos disfrutan de las aguas claras y de la naturaleza natural del lugar.
Y de vuelta puedes pasar por La Paloma, con casas más pequeñas con jardines más pequeños que en la punta pero igualmente hermosas.
Es Uruguay, sin lugar a dudas, y Punta del Este y Cabo Polonio, lugares donde perderse e invito sin reservas a conocerlos pues sin duda recuerdo y lo allí vivido quedara indeleble en la memoria y los amigos que allí hagamos serán de los de “para siempre”.