MONTAUBAN, LA CIUDAD ROSA, CAPITAL DE TARN Y GARONA
“¡Yo vivo allí!”. Con ese natural orgullo, exclamaba y dirigía su mano hacia un bello edificio de la Plaza Nacional de Montauban, la guía Lauriane Donzelli, cuando visité el punto neurálgico de la ciudad francesa: una hermosa plaza porticada, con dobles arcadas, y rodeada de un excepcional conjunto arquitectónico de antiguo ladrillo rosáceo. Este estilo, omnipresente en todo el centro de la urbe, la convierte en una imagen singular. Cuando al atardecer los últimos rayos de sol se intensifican, el color del ladrillo y el azul del cielo ofrecen un espectáculo irrepetible.
Las calles adyacentes a la Plaza Nacional están siempre muy animadas. Es ahí donde el comercio, las boutiques de moda, las cafeterías, los pubs y el placentero olor de las boulangeries te estimulan a tomar algo para seguir descubriendo los secretos de Montauban. Una de sus mayores comodidades es que es una ciudad paseable. A un paso de esta zona, se encuentra su imponente catedral de Notre-Dame, y, si es día sábado, no te pierdas el mercado central al aire libre. No sólo descubrirás en él los famosos productos agrícolas locales o tomar sus famosas empanadas y las trufas negras de Quercy, sino que en una de las calles laterales se instala un interesante mercadillo de antigüedades. Entre una ingente cantidad de viejos objetos, libros, postales, uno puede encontrar antiguos elepés de Sylvie Vartan o Johnny Halliday ¡O de la mismísima Edith Piaff! Y si te encandilas ante tanta variedad de cosas, cualquier vendedor te brindará su ayuda: ¿Que c´est que vous cherchez?
El encanto de una ciudad “provinciana”
Caminando por las calles de esta típica y milenaria ciudad francesa, uno tiene la misma sensación que cuando ves los costumbristas filmes de Jean Luc Godard o Eric Rohmer. Así, que miras curioso las caras de las gentes con la quimérica ilusión de encontrarte de frente con Jean Louis Trigtignant o Francoise Fabian, protagonistas de Mi noche con Maud, esos personajes que parecen fluir de las mismas entrañas de la vida cotidiana francesa. Descendiendo por la Rue del Hotel de Ville, me dirijo al Museo Ingres. Uno de los tesoros de Montauban. La colección de obras de este recinto es impresionante: arqueológicas, contemporáneas, cerámicas, escultóricas y muy especialmente, pictóricas, las de J. A. D. Ingres, en las que puso la pureza y la elegancia de su personal estilo. ¡Hasta puede admirarse su famoso violín! Pero Montauban es inabarcable. Jardines, Cruceros comentados por las tranquilas aguas el río Tarn, festivales de música y danza a lo largo de todo el año. (Es muy conocido su festival “Alors…Chante!”), acontecimientos deportivos (Rugby, Natación y Tenis). Y respecto a su gastronomía, la región ofrece una extensa muestra de su saber y sabor ancestral. Como sus deliciosos bombones de chocolate rellenos de cereza y Armañac o sus quesos y vinos. Pero antes de terminar, quiero referirme a los establecimientos hoteleros de la ciudad. Hay una excelente variedad. Pero, especialmente el Abbaye des Capucins, es todo un hallazgo (abbayedescapucins.fr) Una antigua Abadía del siglo XIII transformada en hotel con todo tipo confort y comodidades, pero que permite admirar la obra de arte que este edificio fue hace siglos. Tiempo y arte de vivir son los conceptos que conjuga Montauban.
Más info: www.montauban-tourisme-com. Office de Tourisme: 4, rue du College. 82000 Montauban. Tel. 05 63 63 60 60. Y Atout France, www.rendezvousenfrance,com; www.franciscogavilan.net.