Los pueblos costeros más atractivos de Europa
El verano terminó y las vacaciones para mucha gente también. En estos casi tres meses los turistas y viajeros han podido recorrer distintos lugares de Europa, disfrutar en sus playas, visitar monumentos y museos, descubrir bellas ciudades llenas de ambiente, respirar aire sano y gozar de la naturaleza, hacer deporte, pasear y tomar algo en los muchos pueblos perdidos en el interior o contemplar el mar y los puertos de pescadores en multitud de pueblos costeros llenos de encanto.
Los usuarios del potente buscador de vuelos y hoteles www.jetcost.es, en esta ocasión, han valorado estos últimos en función de su belleza, la cordialidad de sus gentes, su oferta gastronómica y, en conjunto, su encanto y personalidad y cinco de ellos se encuentran en España: Cadaqués en Cataluña, Tarifa en Andalucía, Combarro en Galicia, Sóller en las Islas Baleares y Moraira en la Comunidad Valenciana:
Cadaqués (Gerona - Cataluña - España)
Con casi 8.000 kilómetros de litoral y 180 islas e islotes, España puede presumir de una enorme cantidad de pueblos costeros llenos de encanto. En algún caso a su interés pintoresco, se une un valor histórico o cultural. Es el caso de Cadaqués conocida como la 'Perla de la Costa Brava', donde vivió durante años el genio Salvador Dalí (su casa-museo en Port Lligat es uno de los grades atractivo), que la describió como “ensueño y perfecta”, y que también fue visitada por otros grandes pintores de la época, como Picasso, Matisse y Chagall, entre otros. Y también el gran escritor ampurdanés, Josep Pla. Visita imprescindible es la Iglesia de Santa María, icono de la villa, situada en el punto más alto del casco antiguo y con unas fantásticas vistas de los tejados rojizos y el Mediterráneo al fondo, salpicado de barquitas. Desde allí se puede iniciar el recorrido por las callejuelas empedradas del casco antiguo como la fotogénica Carrer des Call y luego bajar al Paseo Marítimo de la Riba des Poal bordeando las pequeñas calas de guijarros y disfrutando de las vistas desde diferentes miradores a Cadaqués. En cualquiera de sus muchos restaurantes puede hacerse un alto y disfrutar del famoso plato suquet de peix.
Combarro (Pontevedra - Galicia - España)
Considerado por muchos como el pueblo más bonito de Galicia, Combarro está situado en el mágico escenario de las Rías Baixas, no lejos de la ciudad de Pontevedra. Es especialmente conocido por sus hórreos, pequeñas estructuras con sólidos pilares y generalmente rematados por una pequeña cruz de piedra que se encuentran fuera de la casa principal y que en los siglos XVIII y XIX servían para almacenar alimentos lejos de alimañas y humedades del suelo, así como por sus tradicionales y coloridas casas marineras costeras que tienen balcones de piedra o madera bien conservados, con excelentes vistas al océano. También hay varios cruceiros, una construcción tradicional con una estilizada cruz, que se ven no solo en Galicia, sino también en otras regiones célticas, como Irlanda o Bretaña. En todos ellos, la figura de Virgen mira hacia el mar, mientras que el Cristo lo hace hacia tierra.
Tarifa (Cádiz - Andalucía - España)
Es la punta más meridional de España, abierta al Mediterráneo y al Atlántico, la más próxima a Marruecos (14 km.) y seguramente la más ventosa, gracias al fuerte viento de levante, lo que hace de Tarifa un paraíso para los amantes de las actividades acuáticas relacionadas con el viento, como el kitesurf, el windsurf y el surf. Pero aunque sus largas playas de hasta 38 kilómetros es lo que le ha dado fama y visitas de todo el mundo, especialmente en las de playa Chica, Los Lances, Valdevaqueros y la playa de Bolonia, la ciudad ofrece también atractivos importantes, como el castillo califal que se encuentra en el casco antiguo y que fue edificado en el siglo X, en la época de Abderramán III, aunque es más conocido como el castillo de Guzmán el Bueno –donde se produjo el célebre hecho (o leyenda) de arrojar su cuchillo para que sacrificaran a su hijo–, que se mantiene un buen estado de conservación con un centro de interpretación histórica en su interior. De ese periodo árabe conserva su actual fisonomía urbana y el trazado de sus calles angostas y sinuosas.
Sóller (Mallorca - Islas Baleares - España)
Resulta curioso que de lo más peculiar y popular de Sóller sea el tranvía histórico que desde 1913 une montaña y mar en un trayecto de media hora, desde el valle en el corazón de la Serra con el puerto y la playa. Además de transportar pasajeros, se ha utilizado también para llevar las cajas de pescado de los muelles al mercado o las de naranjas hasta los barcos que navegaban antaño hasta los puertos franceses y para subir las hortalizas de la huerta al pueblo. Pero no es éste su único atractivo, el municipio de Sóller ocupa un valle de la sierra de Tramontana delimitado por el mar. Las localidades gemelas de playa y ciudad, además del deslumbrante campo circundante, añaden variedad a la experiencia de vivir en el puerto aunque sea por unos días solamente. Calles adoquinadas bellamente conservadas, excelentes restaurantes, cafés y tiendas y una sensación de vivir la buena vida lo hacen muy apreciado por los visitantes que regresan una y otra vez y muchos otros que deciden hacerlo su lugar de residencia. Hay edificios de la época medieval y también de estilo modernista. Una casa de principios del siglo XX acoge en su interior el Museo Balear de Ciencias Naturales. Alrededor se sitúa un jardín botánico con centenares de especies vegetales de Baleares y de las Islas Canarias.
Moraira (Alicante - Comunidad Valenciana - España)
Anteriormente un pueblo de pescadores, Moraira, en plena Costa Blanca alicantina, es ahora uno de los pueblos costeros con más encanto de España. Sus playas vírgenes son magníficas para descansar, como la Playa de l'Ampolla y la del Portet, también se puede disfrutar de deliciosos mariscos y emprender caminatas a lo largo de los senderos costeros cercanos con impresionantes miradores. Un laberinto de caminos de ronda y antiguas sendas de pescadores discurren por los acantilados cercanos a Moraira, desde los que se pueden contemplar algunos de los rincones más bellos de la zona como Cap d'Or, Cala Llebeig o Cala del Moraig. Y si se quiere algo de cultura, el Castillo de Moraira, construido a principios del siglo XVIII para defender la costa de los ataques piratas y corsarios berberiscos. Actualmente, alberga una exposición permanente sobre las torres vigía en tiempo de Felipe II y un audiovisual en varios idiomas sobre el mar y la piratería. Además desde el castillo se tienen una vista espectacular del sol al hundirse en el mar.
Agios Nicolaos (Creta - Grecia)
Grecia, con más de 2.000 islas en sus mares y un recortado litoral continental tiene, obviamente, cientos de puertos y pueblos llenos de encanto. En Creta, la más grande de ellas y una de las menos visitadas destaca Agios Nicolaos, que de ser un pequeño pueblo de pescadores, se ha convertido en los últimos años en uno de los centros turísticos más famosos de la isla gracias a sus hermosas playas y su historia milenaria. El centro, caracterizado por tiendas y pequeñas boutiques, serpentea alrededor del singular lago Voulismeni que conecta directamente con el mar gracias a un estrecho canal. El puerto es, sin duda, la zona más animada, especialmente por la noche, con decenas de restaurantes y terrazas que sirven platos locales particularmente deliciosos como los omaties, las populares tapas Dolmadakia, un raro y sabroso queso cremoso llamado Xygalo Siteias y sus elogiados pasteles Halva. Todo acompañado de un Retsina un vino blanco resinado griego, con un sabor único debido a la práctica de sellar los recipientes del vino con la resina del pino de Alepo en épocas antiguas.
Manarola (Cinque Terre - Liguria - Italia)
Encaramado sobre un acantilado de unos 70 metros sobre el nivel del mar, sus casas de cálidos colores parecen descender ordenadamente hasta casi tocar el mar de Liguria. Manarola es una de las joyas de Cinque Terre (junto con Monterosso, Vernazza, Corniglia, Riomaggiore) y está catalogado como Patrimonio Mundial de la Humanidad, y desde 1998 ha pasado a convertirse en Parque Nacional y Zona Marina Protegidos, está a mitad de camino entre Génova y Florencia. En el primer paseo por sus empinadas calles sorprende que hay numerosas embarcaciones pequeñas aparcadas en el lugar de los coches; eso se debe a que deben izarse a pulso, con ayuda de cuerdas, desde el puerto hasta una terraza, y luego a otras calles porque no existe embarcadero alguno y apenas un pequeño puerto, eso sí, lleno de encanto y con algunas pequeñas trattorias. Es muy recomendable hacer el camino de la Via dell'Amore que une Manarola con Riomaggiore, y que fue, en parte, excavado en la roca a pico y pala, entre 1920 y 1930, por los obreros que trabajaban en el nuevo trazado de la vía ferroviaria que unía Génova con La Spezia y que, en la actualidad, recorren muchas parejas de enamorados, de donde le viene el nombre.
Polperro (Cornualles - Reino Unido)
Resulta difícil elegir el pueblo más bonito entre todos los que existen en la costa de Cornualles, en la punta suroccidental de Inglaterra, porque cada uno tiene su encanto. Polperro es, seguramente, el más singular, con sus casas de piedra encaladas adornadas con flores o colecciones de pequeñas boyas de colores, entre zonas de vegetación, excepto las que se unen sobre el puerto pesquero, que tienen unas compuertas que lo cierran cuando hay temporal, con estrechas callejas que no permiten el paso de coches y curiosas galerías de arte, cafés, pubs y tiendas de artesanía. Sus senderos costeros son perfectos para descubrir playas y calas, y disfrutar contemplando una costa salvaje y rocosa.
Ravello (Costa Amalfitana - Campania - Italia)
Tampoco es tarea fácil, quedarse con uno solo de los bellos y sinuosos pueblos que bordean la Costa Amalfitana, a un paso de Nápoles. Aunque sus encantos son evidentes, Ravello suele presumir de la cantidad de personajes importantes y famosos que han transitado por sus empinadas calles libres de tráfico, contemplado sus elegantes jardines y disfrutado de las espectaculares vistas desde los acantilados: Wagner, Edward Grieg, Leonard Bernstain, Virginia Wolf, Gore Vidal, Lauren Bacall, Paul Newman, Greta Garbo, Jacqueline Kennedy o Tennessee Williams entre otros. Aunque el plan ideal es sentarse en una terraza, como la de Villa Cimbrone con preciosos jardines, vale la pena acercarse al Duomo, del siglo XI con una animada plaza justo enfrente, en cuyo interior se encuentra la célebre reliquia con el sangre de San Pantaleone, que cada año presenta el fenómeno de la licuefacción. También hay que visitar Villa Rufolo, enfrente de la catedral, atracción principal de Ravello, por su belleza y sobre todo por la increíble vista panorámica de toda la Costa Amalfitana y el Golfo de Salerno, que es aconsejable contemplar también desde el mar alquilando un bote o ferry. Ravello es Patrimonio de la Humanidad.
Cacela Velha (Algarve - Portugal)
Aunque el Algarve portugués es famoso por sus acantilados al borde del mar y sus pequeñas calas entre ellos, hay pueblos que se salen de la norma, como es el caso de Cacela Velha, un lugar en el que el tiempo parece haberse detenido. Abarca 18.000 hectáreas y está protegido del mar por cinco islas barrera que han dado lugar a la lánguida Praia da Fabrica, una playa considerada como una de las más maravillosas del mundo. Se encuentra inmerso en un paraje natural prácticamente inalterado que ofrece unas vistas panorámicas deslumbrantes a una ría, al mar y a los inmensos arenales y las islas del Parque Natural Ría Formosa. Uno de esos lugares que ha sabido conservar hasta nuestros días su legado natural, su patrimonio arquitectónico y la esencia del pueblo portugués. Es un pequeño pueblo con no más de tres o cuatro calles empedradas cuya estampa más característica son sus casas blancas de una sola planta. Sus puertas y ventanas enmarcadas en tonos azules y adornadas algunas de ellas con bonitas flores recuerda su pasado árabe. Toda la actividad de Cacela Velha gira en torno a su plaza. Allí se encuentra la Iglesia Matriz, de origen medieval y remodelada en los siglos XVI-XVIII, y una fortaleza del siglo XVII reconstruida tras el terremoto de Lisboa en 1755.
Kotor (Montenegro)
Kotor se esconde tras su muralla medieval y entre los acantilados de piedra caliza del monte Lovćen, como si quisiera que nadie la encontrase. El casco antiguo se caracteriza por sus sinuosas calles y plazas, destacando la Plaza de Armas, y alberga varias iglesias románicas, como la catedral de Kotor. Todo ello, llevó a la Unesco a incluir la villa como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Kotor floreció esencialmente entre los siglos XII y XIV, cuando el pueblo era un trajín de comerciantes y marineros que impulsaban la actividad económica. En el centro también se encuentra el Museo Marítimo, que explora la historia de los marineros de la zona. Pero su aparente afán de pasar desapercibida no ha tenido éxito y hoy es un animado puerto de cruceros que llegan hasta la misma puerta de las murallas.
Sète (Occitania - Francia)
Gracias a Luis XIV, el conocido como Rey Sol, Sète alcanzó el renombre que aún tiene, debido a que fue la salida marítima al Canal du Midi. Este puerto se enriqueció gracias, en particular, al comercio del vino. Desde entonces se ha convertido en el puerto pesquero más grande de Francia en el Mediterráneo. Su belleza y buen clima atrajo a grandes escritores, poetas, cantantes como Paul Valéry, Jean Vilar o Georges Brassens, así como a muchos pintores impresionistas y actuales que exponen en todo el mundo. Hay que descubrir Sète a lo largo de sus canales bordeados de fachadas coloridas, atravesados por puentes levadizos y giratorios. Hay mucha actividad en el puerto comercial, el puerto antiguo y el puerto deportivo. Su ambiente más peculiar se puede ver en Pointe Courte, un auténtico barrio de pescadores, y luego en el Quartier Haut donde reina una atmósfera que recuerda el sur de Italia. Una propuesta original es la que hace la compañía CroisiEurope a bordo de pequeños barcos llamados “peniches” que navegan por los muchos canales de Francia a un ritmo tranquilo contemplando sus paisajes y ciudades, con final de viaje en Arles, con un destacado patrimonio de tiempos de los romanos y donde Van Gogh vivió su etapa más productiva con más de 300 obras en sólo 15 meses.
Cefalú (Sicilia - Italia)
Es difícil decidir con cuál de los hermosos pueblos costeros de Sicilia quedarse porque todos tienen su encanto especial. Pero uno de los mejores es Cefalù. Con el aspecto de haber sido cincelado directamente del acantilado que lo domina, Cefalù ha sido durante mucho tiempo un centro de cultura y comercio en el sur de Italia, pero ha resistido los impulsos de la modernización. Además de su hermosa playa y deliciosa comida, el pueblo, a 40 minutos de Palermo, es conocido por su increíble catedral normanda. Este imponente edificio con sus torres gemelas fue construido en el siglo XII y está decorado con elaborados mosaicos bizantinos. Es una de las nueve iglesias que componen el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO del Palermo árabe-normando. Sin duda el lugar más animado es la La Piazza del Duomo, donde además de la propia catedral, se encuentra el Ayuntamiento (antiguo Monasterio de Santa Catalina), el Palazzo Pirajno, el Palazzo Maria y el Seminario Vescovile. Un café o una cerveza en cualquiera de sus terrazas puede ser el mejor momento del día.
Aveiro (Región Centro - Portugal)
Conocida como la Venecia portuguesa por sus numerosos canales y sus coloridas embarcaciones que recuerdan a las góndolas, llamados moliceiros, que se utilizaban tradicionalmente para recoger algas marinas y sargazo, aunque en la actualidad se usan para paseos turísticos, Aveiro es una ciudad de mediano tamaño en la costa de Portugal a poca distancia de Oporto, situada a orillas de la ría de Aveiro. Sus tres canales dividen a la ciudad en dos partes. La parte norte del canal principal lleva a las viejas casas de los pescadores de antaño y hacia el sur se pueden encontrar los históricos edificios de la ciudad. El centro es famoso por sus edificios modernistas, situados la mayor parte junto al canal principal. Vale la pena visitar el Convento de Jesús, que ahora hospeda el Museo de Aveiro. Esta vieja iglesia, perteneciente al siglo XV y tiene un impresionante interior de estilo barroco que combina con los famosos azulejos portugueses. Los “ovos moles”, dulce confeccionado con huevos y azúcar, es un emblema de la ciudad y se venden en barricas de madera o envueltos en una corteza de oblea con diversos formatos.