Arrecife la capital de la isla de Lanzarote

Capital de Lanzarote desde la segunda mitad del S. XIX, se ha convertido en el centro administrativo y comercial de la isla. En todo momento está presente su marcado carácter marinero junto con su función histórica de fortaleza defensiva y su actual papel de ciudad de servicios dedicada a las relaciones comerciales y mercantiles.


 

A raíz de la expansión comercial hacia el exterior a través de su histórico Muelle de la Cebolla, en apenas dos siglos pasó de acoger unos pequeños almacenes de carga y descarga a convertirse en el núcleo central de la isla. Su nombre procede de del conjunto de arrecifes, islotes y pequeñas rocas volcánicas que predominan a lo largo de su litoral.

Entre sus calles y casco antiguo se percibe fielmente su condición de ciudad marinera y comercial con el sinfín de mercancías llegadas de otros puertos, presentes en cualquiera de sus tiendas y comercios. Otra huella de su vinculación marinera es la iglesia de San Ginés, santo patrón de Arrecife y apreciado en forma de cuadro que llegó de procedencia desconocida a través del mar.

Arrecife es sede de centros comerciales, tiendas, bazares, pequeños y tradicionales comercios, que albergan productos y artículos tan variados, que aluden directamente a la situación privilegiada de las Islas Canarias como paso y encuentro entre continentes. El diferente tratamiento fiscal de las islas ofrece precios más competitivos en gran parte de los productos comerciales.

Dentro de los atractivos turísticos con los que cuenta Arrecife, podemos señalar sus castillos defensivos: el Castillo de San Gabriel, unido a la capital por el Puente de las Bolas y el Castillo de San José, hoy convertido en Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC). Otro punto de indudable interés es la sala El Almacén, que ofrece con frecuencia manifestaciones artísticas de la gran creatividad que prolifera en Lanzarote.

Arrecife cuanta además con la Playa del Reducto, bandera azul de la Unión Europea, su larga avenida que bordea el litoral marino y un rincón apetecible y encantador como es el Charco de San Ginés, situado al lado de la iglesia de San Ginés. Se trata de una especie de lago formado por la entrada de agua de mar, descanso de chalanas y pequeños barcos, rodeado de pequeñas casas de pescadores, donde también ha intervenido el buen oficio del artista local César Manrique.