La primera impresión que se tiene al visitar Vicenza es la de encontrarse ante una ciudad diseñada por un genio innovador de la arquitectura que la hace única en el mundo. Incluso a los turistas más apresurados les resultará difícil no apercibirse de ese “carácter” que muestra la vieja ciudad italiana del Veneto. El “ADN urbano”–como lo etiquetó el ilustre periodista Giorgio Lago— de ese tesoro monumental conserva intacta en sus edificios urbanos, palacios, y villas de la periferia la firma del mítico arquitecto renacentista Andrea Palladio (1508-1580)
De genes humildes, Palladio, era hijo de un molinero que empezó de niño picando piedra para luego ir adquiriendo profundos conocimientos de arquitectura hasta llegar a ser considerado el “arquitecto de los arquitectos”Así lo confirman no sólo su inmensa obra, sino los influyentes tratados que escribió sobre la materia. El impacto emocional de la urbe en los visitante se aprecia en comentarios o anuncios en las redes como estos: “M e pareció una ciudad muy hermosa y tranquila. Si alguien sabe o vende alguna casa en Vicenza, por favor, no deje de contactarme” o “Deseo saber si algún propietario tiene en venta su casa”Se trata de viajeros que visitaron Vicenza y se enamoraron de ella hasta el punto de querer mudarse a vivir allí. Gente que anhela una residencia “tanto para soñar como para vivir”
Democratización de la arquitectura
Y es que esta ciudad desprende una armonía que se siente a cada paso que das.
Vicenza es como una serie interminable de hermosas postales que se dividen en dos perspectivas: “La Vicenza de Palladio”y “La Ciudad de los Palacios”.La primera contiene 25 lugares ubicados en el propio casco urbano, que nadie que no sea ciego ha de dejar de ver. Mientras que la segunda ofrece, al menos, 140 importantes villas y palacios alrededor de la ciudad, como los de Villa Cordellina o Negri Piovene, por citar sólo dos ejemplos. Aunque, según los expertos, el número real de edificios históricos se aproxima a los 300. No parece posible que Palladio fuera el creador de los cientos de mansiones que le atribuyen. Pero, de hecho, no hay edificio en la ciudad que no haya pasado por sus manos, dándole su toque de inspiración. Este genial arquitecto conquistó al mundo entero con su idea “Democratización de la arquitectura”.Un concepto que consistía en dar la misma importancia a las obras que diseñaba para palacios e iglesias que para granjas y puentes.
Esta joya de la arquitectura que es Vicenza, no demasiado conocida fuera de las fronteras de la península itálica, está hoy ansiosa de mostrar su belleza al mundo exterior: sus innumerables villas y palacios, su célebre Basílica, su Teatro Olímpico, su Rotonda, sus célebres Villas… Cuando le preguntaron al poeta e intelectual Fernando Bandini porque Vicenza es tan bella, respondió: “Es muy bella porque su corazón intemporal te hace sentir como partícipe de un hito histórico, sensación vedada a aquellos que no la pueden contemplar” Para quienes la conocen, Vicenza es una ciudad modelo, la urbe perfecta, ideal. Pero para aquellos que sólo tienen de ella referencias literarias o habladas, Vicenza es como esa adorable y rubia vecinita con la que jamás se encontrarán en el rellano de la escalera de su casa. Leer acerca de Vicenza, pero no poder visitarla siempre produce, pues, una típica e inevitable esquizofrenia. Escritores como Borges y Menenghello, o el propio Piovene, han plasmado esa especie de locura en sus obras y han atribuido a “La Ciudad de los Palacios” la capacidad de transformar “pasiones reales” en “pasiones intelectuales”. Una ciudad imprevisible, intrigante y única que abre sus puertas al mundo en todos los sentidos. ¿A qué esperas para traspasarlas?